En general los partidos políticos del mundo entero, como las instituciones que detentan poder, tienden a pensar que los ciudadanos somos estúpidos, ignorantes y faltos de neuronas funcionando. Se acaba de demostrar ayer con la reacción de los dirigentes del PP actual ante la sentencia del TS de casi dos mil paginas que confirma otra anterior de la AN sobre la Gurtel y la condena a título de beneficiario lucrativo al Partido. Delicioso.
El señor Aznar y la señora Botella invitaron al capo de la Gurtel, condenado a 53 años por el TS, al que nadie conocía en el PP a que alquilara un frac y se paseara con la señora pareja suya in illo tempore por el monasterio del Escorial para que participará en la eucaristía donde contraería matrimonio, por la Iglesia Romana ¡faltaria más!, la hija de ambos.
El señor Rajoy sin conocer nunca jamás, ni tener información nunca jamás, ni nadie de su equipo que le contará nunca jamás nada jamás, sobre el tal sujeto de frac heredado del anterior presidente que estaba negociando con Blair los informes mentirosos para que los americanos de Bush, George W, mataran iraquíes y apareciera el Estado Islamico, siguió así hasta que una tarde de güisqui y pavor en la calle Zorrilla, qué horror, lo sacaron a hombros del ruedo semicircular do ahora sus huestes gritan ¡que no , que lo del Supremo es una mentira de Pedro Sanchez que es la izquierda radical con mascarilla y corbata!.
Y entonces el señor Rajoy se escribe una carta a sí mismo con membrete de expresidente del Gobierno de España en la que, cual santa Cecilia que murió de amor, se hace el mártir de todas las Españas y se siente reivindicado por el obiter dicta del TS. Esperemos solo a que la esposa del señor Bárcenas ingrese en prisión y se hagan públicos los nombres de los beneficiarios de la caja B que como todo el mundo sabe, menos el que la mantuvo, no existió . Ya digo, estos caballeros, estas señoras, de los partidos políticos piensan que somos descerebrados profundos sin posible curación y así nos tratan. No se dejen ustedes engañar. Los descerebrados son ellos.