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¿Y Juan Espadas?

No pueden ser versos sueltos cuando se posicionan en terrenos más propios de la derecha y en contra de la política socialista

 

El relato neoliberal está agotado. El agresivo expansionismo que ha tenido en el viejo continente mantiene proyectos fracasados con aspiraciones todavía de supervivencia. El “nuevo mundo” prometido no está bien. El macronismo en Francia busca ya una salida al nuevo terremoto social que ha desencadenado, el tercero de esta magnitud tras los chalecos amarillos y el movimiento de invierno de 2019. Este nuevo terremoto provocó, en una Francia sufriente, devastada por la inflación, la explosión de la deuda pública, el empobrecimiento, el desempleo, la inseguridad, la quiebra de sus servicios públicos (escuela, hospital), una ansiedad que sólo puede amplificar la desgracia de los más frágiles (trabajadores precarios, artesanos, comerciantes). Tanto en la historia como en la política, siempre se confunde la mediocridad con el culto al líder o a un ídolo en detrimento del interés general. No hay duda de que este movimiento está condenado a desaparecer en el horizonte del final del segundo quinquenio.

En España Feijóo desespera de impaciencia presionado por los poderes fácticos para volver a situar a las mayorías populares  al borde del abismo social. Al contrario que en Francia, donde Manuel Valls y el mismo Macron desarticularon un socialismo que había despertado Voir la vie en rose (ver la vida de color de rosa) cuando en las elecciones presidenciales de hace once años, Francia pudo convertirse en el primer país de la Unión Europea en poner en duda e incluso cambiar las políticas de austeridad y de recortes que padecían millones de ciudadanos; hoy el gobierno de coalición español consigue uno de los mejores indicadores económicos de la UE al tiempo que mantiene una política social sumamente beneficiosa para las mayorías cívicas. La derecha continúa con un proyecto fracasado y la cobertura sustantiva de una patronal retardataria  y unos medios de comunicación volcados a producir una realidad subvertida.

Con una economía correctamente canalizada, una política social progresista, reconducida la convivencia en Cataluña y consolidada la imagen internacional de la nación pocos huecos existen para el macronismo paleto de Feijóo y su carencia de ideas innovadoras o renovadas. El PSOE con Sánchez ha recuperado parte de la posición y función del socialismo en la sociedad cuya esencia quiso desbaratar el susanismo más recalcitrante y cuyas máculas aún perviven colisionando con la política de la actual dirección del partido. Son las amenazas y debilidades en el DAFO del actual Partido Socialista. Guillermo Fernández Vara, Emiliano García-Page o Juan Espadas no pueden ser versos sueltos cuando se posicionan en terrenos más propios de la derecha y en contra de la política socialista, por mucha autonomía personal que quieran esgrimir y que no puede sustanciarse en mantener una posición contraria y beligerante a la ideología del PSOE, El caso de Espada es, si se quiere, más singular y contradictorio, ya que ha sido colocado en el liderazgo del PSOE de Andalucía por el mismo sanchismo. Los malos resultados demoscópicos en el sur se compadecen con un liderazgo artificial que ha hecho una oposición insignificante. Lo peor de todo es que siendo la política del gobierno de la nación brillante, la torpeza de alguna gestión periférica malpare la gestión global. Como dijo Arturo Frondizi, nada se podrá hacer sin espíritu de sacrificio, sin conciencia de responsabilidad y sin un profundo sentido moral del destino de cada cual en el país y del país en el mundo. Y evitar lo que nos advertía Manuel Azaña cuando afirmaba que las cosas grandes la gente pequeña las estropea.