Juguetitos catódicos
385.000 euros diarios nos cuesta 'La Nuestra'. Casi doce millones de euros al mes.
Las televisiones autonómicas son esos muñequitos de trapo con los que los políticos de la taifa regional se distraen y juguetean. Incluso hay quien los usa para hacer vudú contra la oposición que busca las cosquillas del gobierno cada día que pasa. No son menos gravosas que las teles locales, proporcionalmente visto claro, pero sí que parecen tener un poquito más subida la desvergüenza del uso manipulado.
Nos fijamos mucho en la TV3 catalana, porque cualquier sospecha que hubiéramos tenido hasta la irrupción del procés sobre manipulación informativa en los canales autonómicos quedó ampliamente rebasada viendo el juguetito de los independentistas del tres per cent,y los adlátere de esa Convergencia, hoy ya sin Unió.
Con la excusa de la república esa que se prometen entre sí mismos, hay que ver cómo denigran el objetivo informativo y plural que debería sostener ese medio de comunicación totalmente público. Hasta la UE parece que va a tomar cartas en el asunto. Bueno será, ya que el 155 no ha servido para frenar esa expansión catódica de la desvergüenza, que desde Bruselas o Estrasburgo sean capaces de pedir cuentas de la pluralidad informativa a los dirigentes televisivos de Puigdemont y Junqueras en la cadena pública catalana. Y en todas las demás también, si fuera el caso que llegara el reproche. Y expiaren sus culpas con ánimo corrector, claro.
Y, cómo no, la Nuestra, aunque expropiada a su libre albedrío y manejo por el PSOE de Susana. Tanto como antes lo hiciera Zarrías por delegación de Chaves».
No bajemos la mirada hacia el suelo de la vergüenza sin mirar también la tele madrileña, la vasca, la murciana, la mallorquina, la gallega, y, cómo no, la Nuestra, aunque expropiada a su libre albedrío y manejo por el PSOE de Susana. Tanto como antes lo hiciera Zarrías por delegación de Chaves. En todas ellas abundan los dispendios infinitos de recursos recaudados con el sudor de la gente que paga impuestos, trabaja y cotiza, que no siempre se cumplen todas esas premisas.
Las teles autonómicas se crearon y perduran para vanagloria y ensalzamiento de la lideresa o lidercete local, y con la excusa de la libertad de información (ese es el truco), convierten dicho derecho en una obligada manera de tener al pueblo que se deja embaucar, informado únicamente con el taimado color del cristal que gobierna la taifa. 385.000 euros diarios nos cuesta la Nuestra. Doce millones de euros al mes. 140 millones de nuestro presupuesto para Canal Sur, el 85% del total que cuesta. Sólo en personal la Corporación andaluza se gasta el 52,4 % del presupuesto. No hay empresa pública o privada que sobreviva con eses nivel de gasto. Pero, el juguetito catódico no se toca. Ojalá que las ayudas a la creación de empleo, o a la dependencia, tuvieran tanta generosa aportación como las taifas disponen para regar sin recato sus teles. No nos rindamos, igual,de pronto se les ilumina la luz de la lógica y nos sorprenden aplicándola. A ver.
Mientras, ahí siguen los juguetitos catódicos. Aunque la atenta mirada a su pantalla sea cada vez más escasa y minoritaria. A pesar de no llegar a cifras de audiencia con dos dígitos, en Canal Sur no desmerecen a quien les permite seguir emitiendo a costa de enchufar cientos de millones de euros de todos, que nos garanticen a Juan Imedio, ese gurú del ligue jubilado, para cada tarde, y sin falta. Y unas sevillanitas antes de irnos a dormir cada noche, con los fandangos que las reprieten al tono de caza y su perra canela.
¿Pero nadie quiere un ratico de Canal Sur y todas sus ferias? ¿Nadie pide extender nuestros postes por sus tierras?
O esos informantes del telediario a diario, directamente hospedados en San Telmo, donde montan guardia sobre las idas y vueltas de Susana la Grande, la única, la más fiel al pueblo, la que todo lo que toca lo reconvierte en derechos. Que pague otro, eso sí. Para que nada se le escape al pueblo de su vida política, con esa gracia perpetua y trianera que retransmiten de ella y sus logros. ¿Lo de los ERE? Allí, al fondo, a las tres de la mañana, o al final del telediario, entre las noticias del tiempo y las del divorcio de moda. No vaya a ser que lo vea la gente y desmerezcan la labor entusiasta del PSOE con los suyos. Sólo con los suyos.
Qué lástima, qué alboroto, qué frustración deben de sentir cuando nadie quiere compartir nuestro perro piloto danzarín y ligón. Valencia pedirá que se extienda la señal de TV3 en su territorio. Ya lo permiten en Baleares. ¿Pero nadie quiere un ratico de Canal Sur y todas sus ferias? ¿Nadie pide extender nuestros postes por sus tierras? Qué desilusión que sólo sea la Nuestra, pudiendo ser la de todos. ¿Verdad Susana?