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Los policias se rebelan por sus bajos salarios

 

Jose Manuel Sanchez Fornet
José Manuel Sánchez Fornet*

En el último año están pasando cosas en la Policía que son dignas de conocer y analizar. Hace menos de un año nacía un nuevo sindicato, ARP, Agrupación Reformista de Policías, que además de las reivindicaciones y demandas al uso en ese y otros colectivos (equiparación salarial, riesgos laborales, modelo policial…) contemplaba unos principios sobre los que asentar su existencia, anclados en valores humanos, en derechos civiles y políticos de la ciudadanía imprescindibles en una policía de una sociedad de personas con derechos. Una policía  como otras que funcionan en el centro y norte de Europa, donde el eje central de su actividad no sea la obediencia ciega (como aquí) sino proteger y servir pero de verdad, en la práctica, no en la teoría mientras se hacen millones de identificaciones ilegales y arbitrarias. Un sindicalismo sin liberados, salarios ni prebendas. Un sindicalismo de gente comprometida con esos valores y que mira más allá de la visera de su gorra, a medio y largo plazo, más necesarios que nunca hoy en esta Policía y en este país.

 

Hace poco tiempo ha nacido un nuevo movimiento, JUSAPOL, (JUSticia SAlarial POLicial), que está siendo un fenómeno mayoritario en el colectivo y con ramificaciones en la Guardia Civil, con un discurso contra el sistema de sindicatos imperante, haciendo una enmienda a la totalidad (y en algunos de cuyos aspectos no estoy de acuerdo, por generalizar). Sindicatos jerárquicos, de liberados sin compromiso, con cursos de formación, regalos de compra de voto y “si bwana” a las decisiones del Gobierno aunque lo disimulen con “duras circulares”. Dirigentes sindicales que en los dos últimos años han apoyado la “ley Mordaza” mientras el Gobierno les ha aprobado jornada laboral y ley de Personal, entre otras normas, sin consenso y sin que quienes estaban en contra de las mismas hayan pasado de las musas al teatro, de la crítica a la movilización. JUSAPOL plantea una enmienda a la totalidad al mundo sindical existente.

 

Yo creo que lo que quiere JUSAPOL, la equiparación, no lo van a conseguir.

 

JUSAPOL dicen que nacieron en la comisaría de Palencia (han convocado allí un acto para el 15 de septiembre para constituir la Mesa de Castilla y León), y se han ido extendiendo por las redes, con grupos de WhatsApp por unidades, comisarías, provincias… y ya suman varios miles. Vierten una ácida crítica contra los sindicatos y sus liberados (cierto es que entre ellos hay gente decente y corruptos, como en todos los colectivos), y están consiguiendo poner nerviosos a algunos que han comenzado a responderles y convocar medidas de presión a partir de octubre, por miedo y como respuesta a esta ola que les desestabiliza porque airea sus vergüenzas.

 

Yo creo que lo que quiere JUSAPOL, la equiparación, no lo van a conseguir; es más complicado de lo que parece desde que el T. Constitucional, en 1982, declaró inconstitucional 14 artículos de la LOAPA (Ley orgánica de Armonización del Proceso Autonómico), avalada por UCD y el PSOE, declarando la plena autonomía en sus ámbitos de las CCAA y ayuntamientos y eliminando la posibilidad de ordenar desde el Estado central materias competencias de las mismas. En esta  situación de estructura y legalidad constitucional, nadie podría evitar que cualquier CCAA con Policía propia o cualquier ayuntamiento, en el supuesto de conseguirse dicha equiparación, pueda decidir inmediatamente que produzca, subir más el sueldo a sus policías, o bajarlos, a conveniencia de la estrategia política del partido o los partidos que gobiernen. Y no es lo mismo subir el sueldo a unos pocos miles que a 150.000. Existe otro asunto espinoso ahí que ya abordamos algunos hace muchos años, haciendo muchas asambleas y con mucha oposición interna, como es fijar un complemento salarial en las zonas más caras (plus de grandes urbes) que tuvo mucha contestación en los compañerxs de plantillas pequeñas.

Pretender que el salario debe ser el mismo en Dos Hermanas o Madrid, en Morón o en Ibiza, es injusto porque la carestía de vida en unas ciudades es incomparable respecto a otras. En unas el salario puede ser más o menos digno (Dos Hermanas, Morón… por encima del que cobran sus policías locales y del salario medio de sus residentes), y claramente insuficiente en grandes ciudades o zonas de sol y turismo (Madrid, Barcelona, Palma…) Otra cosa es el agravio existente entre las Unidades de Policía adscritas a las comunidades autónomas, que con menos riesgo y movilidad, por colocarse la bandera autonómica en un brazo perciben entre 200 y 400 euros más (Andalucía, Comunidad Valenciana, Galicia) y muchos de ellos (no todos) elegidos de aquella manera por los políticos de turno en cada una, con “recomendaciones” de líderes sindicales en cada región. Del hijo de algún secretario general sindical en una comunidad autónoma, “enchufado” en esa  unidad adscrita ya escribiré en otro momento.

 

La última gran manifestación la convoqué siendo secretario general del SUP en noviembre de 2012.

 

Pero dicho esto, lo cierto es que la Policía no recibía una sacudida como la que está protagonizando JUSAPOL desde el movimiento sindical clandestino de finales de la década de los setenta del siglo pasado. Es normal que los sindicatos estén preocupados, el SUP el primero, porque de aquel espíritu de lucha que mantuvo durante décadas no queda nada, convertido en gestorías de servicios y cursos de boxeo, entre otros, que sirven para autofinanciarse, que los afiliados deben pagar a cambio de ser liberados varios días (detraídos del servicio público) durante el tiempo de duración de los mismos. Súmenle dirigentes que llevan 20 años liberado/a, con dos ascensos (y su pareja otros dos), sin expedientes disciplinarios ni querellas (en mi “pechera” 12 expedientes, 59 querellas, 0 ascensos, 4 veces en listas como objetivo de ETA), sin haber convocado una manifestación nacional en cinco años a pesar de los retrocesos producidos (la última gran manifestación la convoqué siendo secretario general del SUP en noviembre de 2012), y gastando las cuotas del sindicato en dietas muy superiores a las que tuvimos otros, con las que adquirimos una vivienda como patrimonio para el sindicato, mientras ahora se adquiere la vivienda para propiedad de la sindicalista o sindicalisto de turno.

 

Por eso no es de extrañar que el colectivo haya roto  por la equiparación salarial, Si ese movimiento se organiza bien, se consolida y mantiene lo que predican hoy (no liberaciones, no jerarquías, no prebendas ni ventas al “patrón”…) y concurre a las elecciones sindicales en junio de 2019, yo les auguro que serán representativos y en ese escenario podrán defender mejor lo que quieren.

 

 Creo que el movimiento sindical policial se ha ido ganando a pulso que nazcan estas dos organizaciones, una modesta, ARP, que contempla la equiparación salarial a la vez que pretende ser vínculo entre policías demócratas, respetuosos de los derechos de la ciudadanía, y JUSAPOL, con un mensaje que algunos dicen populista.

 

He leído críticas a lo que hacen y dicen tanto JUSAPOL como ARP. El SUP denunció a ARP apelando a la Ley de Personal –que no aprobaron-, por informar con tablones de anuncios en alguna jefatura, quizás porque se sienten ridículos ofertando descuentos en vino frente a alegatos sobre derechos y condiciones de trabajo. Yo también he sido crítico con JUSAPOL porque me parecía muy simplista su argumento de salida y porque algunos de ellos al hablar de sindicalismo se acordaban de mi nombre, mezclándome con basura con la que no tengo nada que ver, porque ellos han optado por destinos en embajadas, medallas, patrimonio y ascensos y otros no tenemos nada de eso. Nada es 0.

 

Aclarado el asunto por mí parte sobre los liberados corruptos (que los hay), creo que el movimiento sindical policial se ha ido ganando a pulso que nazcan estas dos organizaciones, una modesta, ARP, que contempla la equiparación salarial a la vez que pretende ser vínculo entre policías demócratas, respetuosos de los derechos de la ciudadanía, y JUSAPOL, con un mensaje que algunos dicen populista, el del 15M solo que corporativista, que a mí me parece legítimo porque es una demanda del colectivo a la que los sindicatos no han sabido dar respuesta. O no han hecho lo que debían o no han explicado bien lo que han hecho. Desde mi experiencia de 33 años afiliado a un sindicato, más de 20 como secretario general y 28 como vocal del Consejo de Policía, he de decir que se veía venir el derrumbe. La organización a la que pertenecí renunció a lo que venía defendiendo el sindicato desde su nacimiento, en 1976, girando a conveniencia de sus dirigentes nacionales y algunos territoriales, llegando a protagonizar actos públicos como retirarse de la personación en el caso de corrupción del ático de Estepona del hoy encarcelado Ignacio González (¨no es cosa nuestra”, dicen, un sindicato de policías); pidiendo al ministro que apoye más a un mando condenado por torturas a mediados de la década de los 90 (no le pareció suficiente que lo nombraran jefe superior); o apoyando la “Ley Mordaza”, que no sería aceptada en ningún país del mundo, además de permitir la aprobación de otras normas sin ser capaces de impedirlo o de pactarlo. Un sindicato plañidera no sirve para nada. Salvo, claro, para el bienvivir de algunxs de sus dirigentes.

 

De JUSAPOL he recibido críticas casi insultantes y llamadas a que me sume al movimiento. No voy a tener en cuenta las primeras, que ya respondí, y tampoco haré caso a las segundas porque estoy en otras cosas.

 

 

A esto se suma el debate en la Guardia Civil, que no se sabe si demandan equiparación salarial con policías autonómicas o con la Policía Nacional, cuyos miembros son invitados por JUSAPOL a participar con ellos, si bien sus normas internas prohíben expresamente que se sumen a actividades reivindicativas de sindicatos u otras organizaciones, y aunque en JUSAPOL hay cosas difusas (quienes son sus responsables, qué son…) lo que está claro es que el objetivo es una reivindicación clara y cristalina: equiparación salarial con policías autonómicas y locales y de momento eso es suficiente.

 

De JUSAPOL he recibido críticas casi insultantes y llamadas a que me sume al movimiento. No voy a tener en cuenta las primeras, que ya respondí, y tampoco haré caso a las segundas porque estoy en otras cosas (denuncia de corruptos, injusticias contra compañeros, defensa de derechos civiles de la ciudadanía…) pero si me preguntan les daré la opinión de mi experiencia para la mejor marcha de lo que están construyendo, que puede acabar con una gran frustración y desmotivación, como el rosario de la aurora, o como germen de un movimiento importante para el futuro.

 

Les deseo que aprovechen ese capital de ilusión que han despertado, que mezclen esa pócima con exigencia de respeto a los derechos de la ciudadanía en la tarea cotidiana, que sean autocríticos con el uso que hacen los gobiernos de la tarea policial y que corran la aventura (y el riesgo) de hacer sindicalismo, de unirse para enfrentarse a los poderes del Estado, y a los que por su cargo o su dinero tienen el poder, y contra los que solo se puede combatir desde la unión en sindicatos, asociaciones u otros colectivos sociales. Llenen el espacio que ha quedado vacío en la Policía por el abandono del SUP en materia reivindicativa, huyendo por los cerros de Úbeda ante JUSAPOL y anunciando convocatoria de medidas de presión por miedo, tratando de neutralizar y zancadillear a quienes demandan un anhelo del colectivo. Alguno/a parece querer más su cargo actual que la equiparación salarial. Quizás es que la dieta fija más los gastos superan con mucho la diferencia salarial con otras policías.

 

El mayor de los Mossos cobra más que el presidente del Gobierno de España, por ejemplo, con lo que si equiparamos los salarios los comisarios de la Policía también cobrarían más.

 

Escribí hace poco sobre esto de la equiparación y dije que podría ser tan complicado como querer cambiar la Constitución y pasar de la Monarquía a la República. Un cambio constitucional que impida que una comunidad autónoma o ayuntamiento pueda decidir pagar a sus policías el doble o la mitad que a las fuerzas de seguridad del Estado, extremo que dejó consagrado la sentencia del T. Constitucional antes citada sobre la LOAPA, estableciendo la autonomía de las distintas administraciones públicas en determinadas materias como esta. El mayor de los Mossos cobra más que el presidente del Gobierno de España, por ejemplo, con lo que si equiparamos los salarios los comisarios de la Policía también cobrarían más. Es un rompecabezas que tiene solución si los políticos hacen bien su trabajo. Me quedo con el tsunami de ilusión que se lee por las redes sociales, por razones distintas, el mismo que conocí a principios de los 80 en comisarías y cuarteles de aquel Cuerpo militar que nos llevó a exigir la desmilitarización de la Policía y a conseguirla.

 

Si los que lleven la voz cantante en JUSAPOL entienden que ni todos los policías son honrados ni todos los liberados sindicales corruptos, ni la equiparación es una cuestión solo económica, que también, sino de arquitectura legal de la nación que nace desde la Constitución, quizás sean capaces de empezar hoy, junto con ARP, a protagonizar el futuro de la Policía.

 

*José Manuel Sánchez Fornet es  Policia. Ex Secretario General del SUP.
Portavoz en Andalucía del 
Observatorio contra la Corrupción.

@sanchezfornet