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Bendiciones de Francisco y condenas de Obispos

Cada cierto tiempo Edith Piaf iba en peregrinación a Lisieux y llevó a varios de sus amantes allí.

A propósito de la autorización papal para que sus presbíteros bendigan a parejas homosexuales vinculadas de hecho o de derecho entre sí los católicos hemos podido ver las batallas ideológicas y políticas en el seno de obispos contra la forma de entender las reformas sutiles de este señor Papa.

Conservo de mis años destinado en Cádiz y en La Linea una admiración profunda por las madamas de los burdeles a quienes  traté aquellos años por mil motivos,ajenos  ellos  todos a los vericuetos erótico-sexuales obligados en sus negocios. En la parroquia de Santiago en el Castillo de España pegado a la verja de Gibraltar, funcionaba un equipo de estas señoras que se reunían todos los jueves por la tarde día en que don Enrique Iglesias, médico director del dispensario para atender enfermedades venéreas, recibía a las pupilas de las reunidas y, por ende cerraban los burdeles. El cura de esa parroquia bautizó al grupo como “Las predecesoras” en recuerdo de lo que el Señor advirtió de que los recaudadores de impuestos (ignoro sí incluyendo a la señora Montero y sus secuaces)  y las rameras nos precederán en el Reino de los cielos. ¿Qué hacían en sus reuniones?: rezar el Rosario, leer alguna historia de los evangelios, tomar pankeki (bizcocho inglés con frutas en su interior) y te de Gibraltar y hablar de los líos de sus pupilas, o de sus hijos y nietos en sus pueblos . Con ese afecto conservado, narro lo que va a seguidas a propósito de la reciente autorización papal.

Louise-Léontine Gassion era dueña de un burdel, y sin contradicción alguna una cristiana ferviente. Vecina de Bernay (Eure), Normandía, a treinta kilómetros de Lisieux, oía hablar a sus niñas y a algunas otras madamas y vendedoras del mercado de la  “hermana Teresa del Niño Jesús”, que vivió en el convento carmelita de Lisieux y murió dos décadas antes con fama de conseguir del Señor algunos milagros. Louise-Léontine fue abuela de Edith Giovanna Gassion – nacida en 1915 – abandonada por su madre alcohólica y que ella, madre de su padre, la recogió en 1917. La niña padecía graves problemas de vista debidos a una queratitis. Edith Giovanna Gassion sería la famosísima Edith Piaf .

El 19 de agosto de 1921, muy de mañana, llevándola en compañía de todas sus pupilas del burdel, la abuela inicio su peregrinación a Lisieux. Primero misa en la catedral. Luego la abuela, sus prostitutas y Edith se fueron al cementerio del Carmelo, para arrodillarse ante la sepultura de Teresa, solo cubierta de tierra. Mientras rezaban Louise-Léontine cogió un puñado de tierra de la fosa y lo guardó en su bolsa. De vuelta a Bernay, frota los ojos de Edith con la tierra del cementerio. Unos días después, Edith, de 5 años, se presentó en el salón, entre las chicas y sus clientes. Sus párpados no estaban pegados por las secreciones y tiene los ojos bien abiertos. Para la niña, para su abuela, para las mujeres del burdel, no hay duda: Teresa le devolvió la vista. Edith Piaf conservó toda su vida su reconocimiento y fe en Thérèse de Lisieux.

Cada cierto tiempo Edith Piaf iba en peregrinación a Lisieux y llevó a varios de sus amantes allí. Marcel Cerdan , boxeador francés fue uno de ellos. Cuando murió la cantante de “La vie en rose”,  el arzobispo de París, Maurice Feltin, le negó un funeral católico. Una estrofa de su canción “Mea culpa” : “Que los que nunca han pecado / me tiren la primera piedra / que los que nunca han amado / me nieguen una oración. ».