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Del Mar de la Plata hasta Finisterre

Un mártir idealizado (que se lo digan a los Perón) puede dar muchos más réditos electorales que un bufón trágico, un joker.

El loco Milei, un personaje extremadamente traumado según nos cuentan algunos de los excelentes periodistas y cronistas políticos argentinos, llega al poder con la inestimable ayuda de ‘los de siempre’ y con el no menos estimado, aunque más barato, voto de las masas más deformadas por la empachera, el ‘exceso de democracia’, que han supuesto las redes y el desprestigio de los medios convencionales más atados al dinero público y al de las grandes empresas, es decir, de los medios sistémicos. Por no hablar de la ola reaccionaria y contrarreformista que han provocado ciertas políticas de los gobiernos del ‘nuevo progresismo burgués’ que tienden, según sus críticos, a priorizar los derechos sociales y el de las nuevas identidades a los derechos económicos de los ciudadanos, derechos económicos que en principio incumben más a las mayorías sociales más dañadas por las sucesivas crisis de los últimos años. Pero todos sabemos que sale más barato legislar y liberar pequeñas partidas ‘sociales’ que garantizar un trabajo, una vivienda o una prestación, y eso vale lo mismo para Tucumán que para Bari que para La Rábita.

Como ya sabemos, en un tiempo récord, el peluca Milei, justo al tocar pelo (en realidad mucho antes) se ha visto obligado a darse un baño de realidad en las heladas aguas patagónicas y, mientras intenta disimular continuando con su discurso excesivo y su histrionismo alcaloideo, se ha aliado convenientemente con los personajes del Sistema, con la casta argentina (así la llamaba el mismo Milei hasta hace nada), que más dinero aportan a la causa. Entre ellos los personajes más siniestros de la historia de la República Argentina y sus vástagos (por lo general a la verdadera derecha la distingue su voluntad de perpetuidad hereditaria, salvo excepciones, sea en el dominio y control de este u otro estado o en la primacía en la última alquería o las últimas Comisiones de Fiestas pueblerinas), incluidas las familias implicadas en desapariciones y asesinatos masivos durante el periodo de la Junta Militar, caso de su vicepresidenta Victoria Villarruel.

El batiburrillo de ideologías liberales varias y más o menos legítimas desde el punto de vista de la paraciencia económica se van diluyendo como el bicarbonato para acercarse cada día más a un mesianismo de tebeo,  en realidad un mesianismo convencional, porque todos los mesianismos han sido y son, a la fuerza, PARÓDICOS, y, por tanto, a un fascismo (no me gusta usar este término, del que se abusa, pero en este caso casa) también históricamente convencional, con o sin suspensión democrática incluida, total o parcial.

Mientras, la hermana de Milei, Karina Milei, se dedica, además de ejercer de medium con el más allá para su hermano y echarle las cartas (esperemos que no llegue al extremo de que quieran leer el futuro en el hígado de los caídos en desgracia), al manejo del dinero que va a engrosar las cuentas de la familia, a un enriquecimiento ‘de seguridad’ por si las cosas se ponen feas (esto es una constante en dictaduras y democracias de baja calidad) y a partir, repartir y quedarse con la mejor parte para sostener la estructura electoral de los ‘libertarios’ y derivados. Esas necesidades electorales sirven a su vez de coartada para la captación masiva de haberes, principalmente de caciques de provincias que se han sucedido a sí mismos con todos y cada uno de los gobiernos argentinos, de los radicales a los peronistas. La relación que estos ‘ingresos’ tengan con los presupuestos del denostado (de boquilla) estado argentino, es otro percal y seguramente sea crucial en un casi seguro futuro judicial de Milei y su hermana, que seguirán con toda probabilidad el camino de los Kirchner y otros mandatarios argentinos, porque si aquí en España nos quejamos de la escasa fiscalización de los dineros públicos lo de Argentina es de locos, sobre todo, como ocurre aquí, en los segundos y terceros niveles administrativos, gobiernos provinciales y municipalidades.

Al final un liberal, un ultraliberal, un anarcoliberal, es alguien que, como El banquero anarquista de Pessoa, logra su independencia del Estado e incluso del capitalismo y el propio capital buscando su nicho de mercado sin la necesidad de tener que atenerse a ninguna clase ni de violencia revolucionaria ni de constreñimiento moral, ético o político, y eso, queramos o no, sintoniza muy bien con un amplio espectro social que va desde los ilusos emprendedores de poca monta que creen que solo con su trabajo y su capacidad personal pueden enriquecerse hasta los traficantes de cualquier cosa ilegal que dé dinero o del manejo de ese dinero sucio para blanquearlo, o el lumpen más lumpen de los bajos fondos y la delincuencia carne de las páginas y los programas de ‘sucesos’, páginas y programas que en realidad actúan de aviso para navegantes en el ámbito del conservadurismo biempensante. En realidad las páginas y programas de sucesos son el finisterre, el sitio que no hay que traspasar si estás bien afianzado en el seno de la semidelincuencia políticolegal o la delincuencia de guante blanco, aunque, en todo caso, la buena sociedad perdonará los excesos de sus ‘niños bien’, al igual que ocurre aquí y a veces no tiene ni la menor incidencia en sus posibles carreras políticas. Cualquier parecido con la realidad política futura española es pura especulación.

Igual es demasiado pronto para decirlo, pero en Milei veo ya a un personaje trágico, un personaje condenado a un final luctuoso, violento. A alguien que ha logrado un pico de popularidad tan alto y ha logrado arrebatar el poder al peronismo kirchnerista y al ‘estatalismo’ no se le va a perdonar una caída excesivamente abrupta que ponga en peligro el control del poder político y judicial y la economía argentina. Es muy probable que algunos muy cercanos prefieran antes un mártir que un fracasado, y todos sabemos que el éxito de la política económica de Milei es prácticamente imposible, de manera que se vislumbra el martirio.

Si nos atrevemos a adelantar el fracaso de Milei, y esto, como lo anterior, lo del martirio, ya entra dentro de la más pura política ficción, quizá nos podamos permitir el lujo de empezar a imaginar en qué va a consistir exactamente el sacrificio del ‘loco Milei’ y a quién o quiénes les van a cargar el mochuelo. Un mártir idealizado (que se lo digan a los Perón) puede dar muchos más réditos electorales que un bufón trágico, un joker, y más en un país con tanto apego a la añoranza de lo que nunca existió como Argentina.