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Desorden constitucional

Tal insidia contra el intérprete supremo de la Constitución significa el cruce de un  Rubicón inconcebible en un estado de derecho.

 

Sánchez pasará a la historia. Sin duda. Pero lo hará como el mayor trilero de la democracia española que, con embustes y trapacerías para mantenerse en el poder a toda costa, ha minado la separación de poderes. Como penúltima acción en tal sentido, el sábado, en Valencia, en un mitin del partido sanchista, se despachó con un feroz ataque deslegitimador contra el Tribunal Constitucional (TC). Tal insidia contra el intérprete supremo de la Constitución significa el cruce de un  Rubicón inconcebible en un estado de derecho.

El felón, en conjunción con sus socios neocomunistas, filoetarras y separatistas, en el parlamento subalterno de la sochantre Batet, está llevando a España hacia un sistema político asambleario, particularmente embrollado tanto en lo  político como en lo institucional. Desorden constitucional, en suma, en el que las leyes y procedimientos jurídicos pueden ser atropellados y retorcidos a gusto o íntima conveniencia de un poder ejecutivo que pretende controlar todos los demás poderes. Es especialmente relevante que, ahora, el sanchismo adopte un paso procedimental semejante al que los sediciosos catalanes (gobierno y parlamento autonómicos) marcaron, en 2017, en su desfile hacia el trullo.   

Está previsto que el pleno del TC, el lunes, dictamine sobre el recurso de amparo y medidas cautelares presentados por el PP, contra las modificaciones de leyes y procedimientos muñidos por el ejecutivo y su subordinado, el legislativo, en relación con la sedición, la malversación, así como el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y el propio TC. No sé si éste paralizara el nuevo “proceso”, aunque me temo  que se quedará entre dos aguas, admitiendo a trámite el recurso, pero rechazando la adopción de las medidas cautelares solicitadas. Con ello, el Senado, el próximo jueves, aprobaría  todo el fatal bodrio facilitando, a no tardar, un referéndum de autodeterminación disimulado como consulta. Es decir, un nuevo golpe separatista. Después, ya veremos…    

Siento tener que recordar que el artículo 56.1 de la Constitución atribuye a El Rey los cometidos de “arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones”. Quizás no se haya presentado, desde octubre de 2017, mejor momento y oportunidad que ahora para ejercer tales funciones constitucionales. Habrá que estar muy atentos en Nochebuena al tradicional  discurso del monarca.