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El mundo y sus monarquías

La táctica de la Marcha verde (lanzar a población civil marroquí a los territorios que manden ocupar) la ha seguido usando la satrapía alauita a lo largo del tiempo.

 

Hace unos años me contó un entonces empleado marroquí que su padre le decía que fue anexionarse Marruecos el antiguo Sáhara español y venirse la economía abajo debido a las fuertes inversiones que el reino alhauí hacía en este territorio ocupado.

 

Inversiones en el Sáhara pocas, salvo la de mantener a la poblacion marroquí desplazada para desbancar a la autóctona, le decía yo. En todo caso el rey le vendería las concesiones mineras a empresas extranjeras. Y le contaba que la Marcha verde se produjo en noviembre del 75 cuando Franco estaba agonizando, coincidiendo a la vez con la gran crisis del petróleo de 1973, que se prolongó como todas las crisis a lo largo de las décadas, pero con desigual reparto, y eso seguramente le afectó bastante más a la economía marroquí que la invasión del Sáhara. ‘Si a eso le unes la estructura medieval del Estado y la corrupción endémica que soporta la dictadura, ahí lo tienes’, le dije.

 

Unos hablan de cesión vergonzante del tardofranquismo y otros de cobardía absoluta del monarca en funciones de jefe de Estado en una situación extremadamente complicada para España que supo aprovechar muy bien la inteligencia norteamericana manejando los hilos debidamente en Marruecos con Hassan II como marioneta y supuesto beneficiario de una operación que recuerda mucho a la de Israel en los territorios ocupados y el uso del lento paso del tiempo a favor del invasor y en contra de los autóctonos. Salvando las distancias, porque el poderío marroquí no es el israelí.

 

Pero por aquel entonces, año 1975, se habló poco del asunto, y más tarde tampoco. Hablar de claudicación ante Marruecos con la Transición en ciernes habría supuesto un auténtico peligro y una grave deterioro de la imagen del entonces regente Juan Carlos, mimado ya por el silencio de la prensa en asuntos importantes, algo que se prolongó décadas ya en democracia. Decir que el silencio del ejército español, tan prolíficamente dado a las bravuconadas de consumo interno y a los ‘pronunciamientos’ políticos desde Prim, seguramente desde antes, fue paradójicamente ejemplar.  La bibliografía sobre el hecho sigue siendo un desierto o poco más; escasísima. La España de las peluquerías es invencible, siempre ha habido y habrá una coleta de la que hablar y distraer al personal en todo momento. Y lo más curioso es que esos momentos se vuelven eternos.

 

La táctica de la Marcha verde (lanzar a población civil marroquí a los territorios que manden ocupar) la ha seguido usando la satrapía alauita a lo largo del tiempo. Usar a la población civil, incluidos menores, como arma de presión, en este caso migratoria, para conseguir contraprestaciones de España y Europa y como herramienta para contestar posibles agravios ‘personales’ como que la Guardia Civil de Costas le dé el alto al yate del rey Mohammed VI ha sido moneda corriente estos años. Que la excusa esta vez sean los cuidados anticovid que se le prestan al jefe de los polisarios en España no nos debe de extrañar en absoluto. 

 

El Ejido año 2000

Pero, yo  lo que quiero es retrotraerme a un caso concreto que tiene mucho que ver con los llamados Sucesos racistas del 2000 en El Ejido, y comentar por encimilla cómo las posiciones idealistas desde la izquierda no ayudan en absoluto y cómo podría parecer, a veces, que la realidad vivida mas descarnada puede convertirse en un especie de imposición del principio de realidad en una determinada conversación y cómo, también, puedes encontrarte frontalmente con una posición irreductible desde posiciones idealistas que el tiempo se encarga de desmentir. Algo que tiene mucho que ver con la superioridad moral de la izquierda de la que ahora se habla tanto porque se está pareciendo cada día más a una mala caricatura neocristiana y neoplatónica. Adelanto: yo solo quería demostrar la intervención, como ahora, del gobierno y los servicios secretos marroquíes en un determinado flujo migratorio de personas conflictivas en los meses justamente anteriores a la muerte del rey Hassan II y los Sucesos de El Ejido, y, visto el enfado de la señora, decidimos ausentarnos antes de lo que esperábamos, que habrian sido como mínimo un par de cañas después.

 

Salíamos mi mujer y yo de un coloquio sobre educación organizado por el Foro Ciudadano Josetxu Eguidazu y FAPACE y nos fuimos a tomar unas cañas con un amigo que nos presentó a una chica, en silla de ruedas y no sé si relacionada con la educación, creo que sí, y su pareja, fotógrafo que hacía un reportaje en ese momento sobre un barrio almeriense considerado habitualmente marginal, no recuerdo si Los Almendricos o El Puche. Total, que, cómo no estando en El Ejido, salieron a relucir el racismo y los sucesos del 2000. Empecé a contar, a sabiendas de que andaba sobre braseros ardientes (sirva de homenaje a Battiato, que ha muerto hoy), que en cierta manera los signos que ya empezamos a percibir en los meses anteriores y que nos anunciaban que una cosa así podía suceder eran cada día más evidentes. De hecho formaba parte de la conversación habitual de algunos ejidenses el ‘se va a liar’, y ya empezamos a enterarnos de que había órdenes para no atender a los ‘enfermos mentales’ y transeuntes en general, y eso que hubo un incremento, a primera vista, no sé si estádístico, de los sucesos delictivos menores en el centro de El Ejido —un municipio muy infradotado policialmente en el periodo Aznar— y en otros núcleos de población importantes. Lo que veníamos a defender mi mujer y yo, con el arbitrio proverbialmente silencioso del amigo común, es que ‘se dieron circunstancias nuevas que nada tenían que ver con los años y años de convivencia anterior a los sucesos, convivencia en la que lo más grave siempre ha sido el excesivo protagonismo de la mala educación, de la falta de respeto’. Lo de ahora yo lo llamo AUTOAPARTHEID de los más adinerados, que parece que se quieren atrincherar en Almerimar y atrincherar a sus churumbeles en colegios privados, más por motivos sociales que educativos. Al tiempo. Como decía Rubén Blades en su canción Ligia Elena: ‘se ha colado un niche en la blanca sosiedad’.

 

Mi tesis consistía en defender desde una realidad vivida, repito, pero no necesariamente subjetiva porque esa opinión estaba sustentada en otras muchas experiencias y otros muchos testimonios, que en el periodo inmediatamente anterior a los sucesos del 2000, en plena Aznaridad, alguien había decidido provocar un conflicto, y provocarlo en El Ejido, municipio con mayor población  de origen marroquí, con diferencia, de toda España y casi incluyendo a Ceuta y Melilla. Si hasta entonces, y también después, la mayoría absolutísima de los marroquíes han venido a trabajar, a vivir, a educar a sus hijos y a disponer de una serie de ventajas de las que carecen en sus país, A BUSCARSE LA VIDA, EN DEFINITIVA, hubo un periodo muy concreto en el que algo se torció, un periodo que fue el justamente anterior al asesinato sin ningún motivo de varios agricultores, entre ellos el padre del actual presidente de Vox en El Ejido, y la muerte el 5 de febrero de 2000 en Santa María del Águila de Encarna López, en un intento de otro desquiciado mental de arrebatarle el bolso en el mercadillo local, que fue la chispa más inadecuada. Un conflicto que, una vez superado, pasó a la historia, mientras en otras zonas agrícolas no deja de haber un cierto continuo, un extraño goteo de casos. Algo que no deja de ser curioso y que tiene varias explicaciones que dejaremos para otro día.

 

La mayor parte de los detenidos resultaros ser marroquíes con graves problemas mentales y con pocos meses de residencia en la tierra de Almería. ¿De dónde salieron? Pues de cárceles, centros de menores y auspicios marroquíes saturados. Fue otra gran operación como la de estos días, seguramente dirigida por el gobierno de Marruecos que servía para quitarse de en medio a gente de las cárceles y centros psiquiátricos marroquíes para desestabilizar al gobierno de Aznar en una época de graves tensiones entre los dos países, y cierta inestabilidad en Marruecos con, esta vez, un agonizante Hassan II, muerto en julio de 1999. Recordemos que la escalada entre España y Marruecos acabó en la Guerra de Perejil en 2002, época en la que Tarik, que así se llamaba mi empleado de entonces, me contó aquello que decía su padre de la crisis y en la que se volvió a vivir cierta incertidumbre en una generación ya acostumbrada a ir y venir varias veces al año a Marruecos.

 

P.D.: 

¿Por qué existía por aquellos años esa extraña división (que tanto chistes políticamente incorrectos propició) entre sitios tan cercanos como El Ejido y Roquetas? ¿Por qué los inmigrantes norteafricanos trabajaban y vivían en El Ejido y los subsaharianos en Roquetas? Pues porque la inteligencia española en Madrid les daba un billete de ida a Roquetas a los subsaharianos (que a mí me gusta llamar afroafricanos), que habían entrado por Barajas o por Canarias y después trasladados a Madrid, con una recomendación para que Gabriel Amat, alcalde eterno de Roquetas e íntimo de los ministros de Interior y Justicia, se portara y pusiera a los suyos a dirigirlos hacia La Mojonera, Vícar o El Ejido poquito a poco y se pusieran a trabajar.

Los norteafricanos, por su parte, llevaban ya desde los 80 trabajando en los invernaderos y según cuenta la leyenda, era tocar tierra gaditana, la principal vía de entrada entonces, y pedir al taxista de turno que lo llevara a El Ejido, donde tenían familiares y amigos.

¿Por qué en plenos sucesos de 2000 comenzaron a venir masivamente latinoamericanos, sobre todo ecuatorianos a El Ejido? Pues para paliar una posible huelga de los marroquíes, algo que se contaba entonces prometiendo trabajo tanto en Madrid como en zonas cercanas como el Campo de Cartagena. ¿Y quién corrió el rumor? Estas cosas pasan. Y no pasan solas. Y cuando pasan conviene tenerlas en cuenta, porque alguien dijo, y lo dijo muy bien, El Ejido, Almería, son un laboratorio que de alguna manera adelantan acontecimientos. Siempre que se sepan leer las señales en el blanco España de los plásticos de los invernaderos.