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El socavón de Sánchez

No se asocie con demoliciones “unidas podemos joderlo todo”.

 

Dando la razón al tópico español donde los jubilados ocupan desde primeras horas de la mañana las vallas de las obras y van dando instrucciones a los operarios, me dispongo a asomarme al socavón que han dejado nuestros políticos tras la fallida investidura  e impartir las directrices precisas para la construcción del futuro gobierno de la nación.

Señores/as diputados/as y senadores/as, señorías/os todas/os, para construir algo es necesario un proyecto previo, visado y homologado por los técnicos correspondientes. Este proyecto debe responder a las necesidades reales de los futuros usuarios de la construcción y no a los deseos megalómanos de sus potenciales constructores. Debe ser eficiente y respetuoso con el medio ambiente. Sus costes no deben superar los ahorros con los que se cuentan y, caso de tener que  solicitar préstamos al promotor, su amortización debe ser minuciosamente calculada y las cuotas solo deben ser  aplazadas  a periodos durante los que los solicitantes estén en disposición de hacer frente a las mismas. 

Por tanto, señorías, su labor consiste en diseñar  un equipo de gobierno que gestione un proyecto adecuado para que este País recupere la calma y el sosiego necesarios  y hacer así que  la sociedad, la economía, la salud, la educación, etc., etc. evolucionen convenientemente.

Desde el siglo XVII los gobernantes tanto civiles como religiosos, según su  afiliación monárquica, republicana o teocrática utilizan términos como “el Pueblo” “Súbditos” o “feligreses”  para designar a la masa de población sobre la que perpetrar sus fechorías en forma de tiranía, impuestos o diezmos y sobre la que ejercer el Imperium. Todo para el pueblo pero sin el pueblo. El pueblo soberano versus chusma inmunda, populacho. Hijos de Dios versus enemigos de la fe, escoria de los infiernos.

Muchos han sido los intentos por superar estas dramáticas situaciones de dominación de unas capas sociales por otras más favorecidas. Muchos los intelectuales y filósofos que han dado  y siguen aportando sus remedios milagrosos. Pero el resultado se aprecia con nitidez: Políticas de bloques donde, unos, con la filosofía del libre mercado favorecen el crecimiento de unos y el empobrecimiento de otros muchos. Otros con la filosofía del Estado protector, favorecen el enriquecimiento de unos pocos y el empobrecimiento de todos los demás.

Pero hablamos de nuestro proyecto. Este país con sus múltiples peculiaridades no  padece la misma situación que los campesinos del Volga en  el verano de 1891 que, tras un año de desastres meteorológicos se encontraban enfrentándose a la muerte por hambre. Las cosechas invernales  de los campesinos habían fracasado y se necesita ayuda inmediata. En otoño de 1891 la hambruna se extendía a una población de treinta y seis millones de rusos. Este desastre  junto a la tardanza de las autoridades Zaristas en hacer frente a la situación provocó el nacimiento de asociaciones que abrazaron el ideario Marxista y acabaron derrocando al viejo régimen en 1917. Estas ideas encandilaron a personajes como Chejov o Tolstoi  y dieron origen al término “clases”. Mucho ha llovido desde entonces y el modelo ha quedado anticuado y se ha demostrado cuando menos, ineficiente, por no perder el tiempo buscando otros calificativos. Aunque consiguió reemplazar a la vieja teocracia zarista por la Dictadura de las clases. De Guatemala a guatepeor. No queremos más dictadores señor Iglesias. 

 

Las personas normales del siglo XXI no queremos dar la vida por Dios, la Patria o la Bandera. No queremos una Spain first, no queremos muros de contención a las migraciones, no queremos asesinatos de índole familiar, ni maltrato ni discriminación. Tampoco queremos socializar la pobreza, el reparto indiscriminado de lo que nos dejan los zaristas, republicanos o teócratas  entre todos, como si del pienso diario se tratase. No somos bestias a las que hay que alimentar para poder explotarlas con cierto rendimiento. No nos gusta ver barcos en aguas del mediterráneo con la luz verde encendida animando a los desgraciados migrantes a lanzarse al agua con la esperanza de ser rescatados. No queremos animar a españoles contra españoles, anteponer un idioma sobre otro  o crear fronteras donde solo debería haber campos de cultivo.

Esta son solo algunas de  las líneas programáticas que anida en las mentes y los corazones  de la mayoría de personas de buena voluntad, de este país y de cualquier otro,  aunque esta opinión no se vea refrendada por el CIS del señor Tezanos, y cuyas bases deberían ser respetadas por aquellos a  los que hemos elegidos para la construcción de este proyecto de gobierno.

El socavón esta hecho señor Sánchez, ahora presente usted un proyecto para construir sobre él y olvídese durante un rato de cómo va a amueblar su despacho presidencial o si va a tunear el Falcon volador. Una vez tenga claro qué va a construir busque a los mejores profesionales para llevar a cabo su obra, no se asocie con demoliciones “unidas podemos joderlo todo”. No se conforme con el despacho o el avioncito. Haga un edificio para que quepamos todos y no haya que extorsionar a nadie. Para eso lo hemos elegido. Sea realista y pragmático. Gaste lo que tiene o se puede comprometer a pagar, como haría un buen padre de familia. No firme hipotecas  a plazo infinito o suscriba créditos de dudoso abono. Y como diría mi padre: «no me gustan esas compañías con las que andas últimamente, estudia, céntrate en tus aspiraciones y déjate de hacer el ganso con esos zarrapastrosos que no te aportan nada bueno”.

Animo señor Sánchez, usted si que puede.