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Entre Don Vito y Maléfica

El chantaje, la mentira, la bajeza moral y espiritual fueron, desde ese aciago día, sus señas de identidad.

Desde la estupefacción, o desde la ignorancia, que todo podría ser, me atrevo a poner en formato lamento, lloriqueo o mohín compungido aquellas dudas existenciales que no vitales , que me suscitan   los últimos sainetes interpretados por D. Vito y sus acólitos.

Desde niño me ha producido estupefacción, por ignorancia, la mera contemplación del cosmos que nos rodea, estrellas que aparecen, desaparecen, cambian de posición o bólidos que atraviesan la negra noche, han sido y son causa de gran desasosiego, incertidumbre y algo de admiración, que todo hay que decirlo.

Me remonto ahora, por ser momento tan inoportuno como cualquier otro, a la génesis de “estrellatos” acaecida sobre el 2015 y que, sin tener conocimientos previos sobre la composición, estructura, desarrollo y evolución del infinito (o finito según Einstein) espacio que nos rodea, ya atisbé a barruntar, al clásico modo y entender arriero, un clamoroso estallido que convertiría la susodicha efeméride en la más grande lluvia de estrellitas que ser humano alcanzase a recordar.

El advenimiento de D. Vito, desbancando a Maléfica en aquella truculenta trifulca, bajonazos y estocadas carniceras mediante, entre bandas socialistas por hacerse con el ansiado cargo de “Capo di tutti Capi” me produjo cierta satisfacción. Ahora viene al pelo aquel aforismo (o lo que sea) que dice que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. A Maléfica la adornaban grandes cualidades, entre las que destaco, pelotillera lameculos, trepa y traidora. A D. Vito, por desconocido se le suponían otras menos edificantes, aunque a la postre , mucho más destructivas. D. Vito, heredero de la cloaca interna establecida por el difunto Rubalcaba, aprovechó los resortes que el conocimiento de las mismas le proporcionaba y emprendió la más guarra, sanguinaria, despiadada y cainita de las guerras internas para destronar a sus posibles adversarios y rodearse de una cohorte de aplaudidores sin voz ni alma ni voto, pero ávidos de posición y dineros. El chantaje, la mentira, la bajeza moral y espiritual fueron, desde ese aciago día, sus señas de identidad. Comprando, corrompiendo, manipulando, utilizando de forma torticera todos los mecanismos que la Constitución (y muchas veces al margen de ella)  le proporcionaba, colonizó todos los centros de poder que se pusieron a su alcance.

Pero, como ya barruntaba, todas esas estrellitas emergentes, nacidas bajo el caldo de cultivo propiciado por el inepto, atribulado, acojonado y no menos ignorante de la realidad social, ávido como todos de poder y dineros al que sus padres castigaron con un nombre equivocado, tienden a desaparecer. De hecho, todas han desparecido, excepto una que devino en agujero negro, esto es: una concentración de masa lo suficientemente elevada como para generar un campo gravitatorio, del que ninguna partícula ni radiación , siquiera la luz pueda escapar de él. Y así han funcionado D. Vito y sus valedores, hasta ahora. Porque, si es cierto que las estrellas, nacen, se esparcen, se desparraman, y acaban convirtiéndose en ceniza llovediza, no es menos cierto, y así lo afirman y corroboran expertos y eruditos, sabios e intelectuales, incluso algún que otro socialista que, un agujero no deja de ser una porción de nada rodeada de algo.

En eso han quedado Maléfica y D. Vito, en una insoportable porción de nada rodeada por una inmensa cantidad de “algos” que, sin las fuerzas gravitatorias que los mantenían ungidos al cargo y los dineros, lloran por las esquinas y aplauden desaforados, atónitos, idiotizados por ver si, con sus plegarias, el líder supremo resucita de sus cenizas y retoma la órbita gravitacional que les restituya en sus cargos de come culos y les surta de los tan ansiados dineros públicos. Dineros son amores y no buenas razones.