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Fantasías sexuales, alta política y el Abad Lojendio

“Los experimentos con los legos, con los legos”

 

Horror en los pasillos de las oficinas de la Comisión Europea al ver sentadica en un sofá a la recatada señora Van der Linden, presidenta a la sazón de dicho ente, mientras el señor Michel, presidente del Consejo UE, está sentado en un sillón modelo Sagrada Puerta, en paridad de pompa y circunstancia con el sultán turco señor Erdogan. 

A qué se deberá tal escarnio a una mujer con poder político y administrativo, antigua ministra de Defensa de Alemania, país con residentes turcos en número creciente sobre los que ejerce poder y vigilancia policiaca subrepticia el tal sultán?.

El sultán es casto. No tiene serrallo. Es marido de una única señora, discreta y devota. Como seguidor de la enseñanza de los diversos mullahs y ayathollas que inundan las sagradas tierras del Islam. Mas el sultán lee las Mil y una noches y recuerda a menudo los cantos de las huries desde los eternos jardines de Arabia felix y de Babilonia espléndida. Y ha de cuidar su cerebro excitable y controlar el rumbo de su afición al griego Eros, pese a sus diferencias territoriales con Atenas y sus peligrosos políticos al mando.

!Absque mulieres!. Y en consecuencia sus edecanes y visires situaron a la mujer presidenta en un sesgado plano alejado de las posibles licenciosas miradas del sultán, velando, cual predicadores de la Casa Pontificia por los castos oculorum de los eminentísimos cardenales.

Es lo que tiene que el sultán sea dionista, nada que ver con la pléyade uranista que rodea a otros hombres dedicados a la política y al mando. El sofá en el cual aparece perdida la presidenta de la poderosa burocracia de la Comisión Europea lo pueden haber fabricado en Salteras o en Pilas, en el Aljarafe sevillano donde los árabes cultivaron olivos, azofaifos y rosas de olor. 

Cuando el abad Lojendio, que tras ser embajador de España, con don Francisco, se hizo benedictino y abad del Valle los Caídos, enfermó de pulmonía el médico le recomendó penicilina que estaba entonces en fase de experimentación, como la AstraZeneca de la señora Van der Linden, el buen abad sacó la mano de entre las sábanas y le respondió “Los experimentos con los legos, con los legos”. Sabia y prudente postura que deberían haber seguido los funcionarios del gabinete de la presidenta, enviando antes de ella a visitar a Erdogan a una empleada temporal del nivel D5 de la plantilla.