The news is by your side.

Juanma condecóranos a tós

Su gesto ha sido interpretado por los suyos y los de enfrente como como un gesto heroico por otra batalla distinta.

 

 En el invierno de 1812 un grupo de españoles obligados a combatir en el ejército de Napoleón habían planeado huir, cruzar el frente y unirse en plena batalla al bando ruso. El objetivo era caer prisioneros y salvar así la vida, con la esperanza de volver un día a su querida España, con su María y los chiquillos. Pero los franceses interpretaron la huida como un ataque heroico (¡Mon dieu, la furia española!) y les siguieron enardecidos, causando una estruendosa derrota a los rusos. Los españoles fueron condecorados por aquello, y su plan de huida se fue al garete. Lo cuenta Pérez Reverte en La sombra del Águila, una divertida novela que suelo regalar a amigos con hijos adolescentes.

Algo así le ha pasado a Juanma Moreno. Dudo que pretenda acabar con Doñana como parece, más bien lo creo una jugada electoral para hacerse con la Diputación de Huelva. Pero su gesto ha sido interpretado por los suyos y los de enfrente como como un gesto heroico por otra batalla distinta. Así que han acudido en tromba negacionistas de todo pelaje y hasta el Partido Popular Europeo (PPE), ahora que su presiente Manfred Weber le tiene ganas y ha querido ajustar cuentas con Úrsula von der Leyen, que es de su misma familia política (al suelo que vienen los míos).

Resulta que a estas alturas nadie, probablemente ni los hipotéticos beneficiarios de los regadíos que se quieren legalizar, crean que vayan a tener agua para nada porque los tiempos han cambiado. Décadas anunciando el cambio climático y ahora nos sorprende, ya no es cambio, es emergencia. Por más que nos hayan avisado reiteradamente. En la década de los noventa tuve ocasión de hacer varios reportajes con el profesor Francisco Valle Tendero sobre cómo las plantas pre desérticas habituales en el desierto de Tabernas, se empezaban a ver ya en el Altiplano granadino. Era un aviso de lo que nos venía. Como también fue un aviso la publicación de Al Gore de “Una verdad incómoda”, en 2006, donde ya alertaba de lo que estaba ocurriendo en el Planeta. Era candidato a la presidencia de EEUU, pero ganó las elecciones George W. Bush, y entonces el debate, crucial y urgente, se enterró en gran parte del mundo. Y con él las políticas ambientales. Ahora nos encontramos en estas.

Volviendo a Doñana, resulta que el problema no es sólo allí. Nuestra querida patria está plagada de pozos ilegales, y se siguen abriendo plantas de agua embotellada porque nos empeñamos en beberla en botellín -o talvez porque en muchos sitios ya es la única garantía de beber agua de calidad- plantar frutales tropicales en zonas donde el agua escasea o hacer regadíos en zonas de secano. Así que a poco que nos paremos a valorar, podemos adivinar que en este contexto hay que hacer las cosas de otra manera porque no podemos disponer de más agua. Y en Doñana no es posible hacerlo sin secar uno de los humedales más emblemáticos de Europa y una joya de la diversidad animal y vegetal (¿nos caerá a España otra multa?). Ni del subsuelo de otras cuencas -¿a quién se la quitas?-, porque sencillamente se están secando. Y ya ni los refranes son lo que eran, lo de “En abril las aguas mil” este año ha quedado -con récord de calor- en cero lluvia en Andalucía. Ni una gota, mientras vemos a diario cómo en nuestros secanos el trigo y la cebada se secan, algo nunca visto por aquí. 

Pues ahora que no tenemos agua, vamos a regar cinco mil campos de fútbol, parece haber dicho Moreno. Si tienes quien te siga, el plan es perfecto: la multiplicación de los panes y las aguas (y las fresas). Un gesto de auténtico mesías, que puede acabar estrellado o camino de la condecoración, como los héroes de Pérez Reverte. Mientras, en medio del debate, agricultores con el agua al cuello buscan en él su tabla de salvación: “Juanma, condecóranos a tós”, parecen haber dicho.  – Que luego ya si eso iremos a España a ver a la María.