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Luis Ángel Hierro, el Varoufakis español

Un nuevo socialismo transformador para Andalucía, España y la UE. Es un momento trascendente que no admite frivolidad ni desatención.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                     

Quienes conocen a Luis Ángel Hierro, profesor de economía en la Universidad de Sevilla y tienen oportunidad de hablar habitualmente con él o han asistido a sus charlas o conferencias sobre política o economía pueden comprobar gratamente, si el corazón de su interlocutor está escorado a la izquierda, que la racionalidad tiene ideología y se encuentra en la cosmovisión progresista de la economía y la sociedad. De esta manera, con paciencia pedagógica de viejo peripatético, nos explicará brillantemente el profesor Hierro que es mejor rescatar a las personas que a los bancos o que el crecimiento neoliberal de la economía crea ricos pero no riqueza. Decía  Borges que al destino le gusta las simetrías y las repeticiones y en ese triunfo del antintelectualismo anunciado por la socióloga Mar Gómez después de la caída del muro, existe una mirada socialista que contradice ese grito posmoderno de “muera la inteligencia”, una interpretación progresista de la economía y la política. En ese contexto histórico e ideológico se encuentra Luis Ángel Hierro como un Yanis Varoufakis o un Thomas Piketty español en el ámbito de un socialismo lleno de vitalidad dispuesto a construir una sociedad ajena a las contradicciones, fatalismos y dramáticas desigualdades del neoliberalismo y a la desnaturalización ideológica de la socialdemocracia sometida a la toxicidad de la inhibición como única posibilidad de existencia institucional.

 

Y en esta tesitura, el profesor Luis Ángel Hierro ha decidido presentarse a las primarias del PSOE de Andalucía al objeto de disputar a Juan Espadas, alcalde de Sevilla, y a Susana Díaz, secretaria  general del PSOE-A, la candidatura a la presidencia de la Junta de Andalucía. Estos comicios internos vienen precedidos de una serie de acontecimientos protagonizados por Díaz que a su vez son correlato del asalto a Ferraz que la ex presidenta de la Junta llevó a cabo al objeto de que la derecha siguiera gobernado y que Pedro Sánchez no pudiera formar una mayoría como la que ahora sostiene al gobierno. Después de perder las primarias que dieron el triunfo a Sánchez y la Junta de Andalucía con una enjundiosa sangría de votos, en lugar de dimitir, que hubiera sido lo honorable, se atrincheró en Andalucía quizá porque no tenía salario en otro sitio.

 

El otro candidato, Juan Espadas, es un invento, en cuanto a su aterrizaje en el grupo municipal socialista del ayuntamiento hispalense de la misma Susana Díaz. Cuando el leñador entra en el bosque, los árboles saben que el mango del hacha es uno de ellos. La operación de la ex presidenta era, después de boicotear desde la secretaria de organización del PSOE sevillano al gobierno municipal del mejor alcalde que ha tenido Sevilla en todo el período de la transición democrática hasta hoy, Alfredo Sánchez Monteseirín, impedir que su enemigo político de toda la vida, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, llegará a la alcaldía sevillana. La fidelidad de Espadas a Díaz ha sido continua, basta repasar la hemeroteca y, muy singularmente, la etapa de las primarias que le disputó Díaz a Sánchez. Ahora, sin embargo, Ferraz nominó a Espadas para enfrentarse a Díaz; eso sí, con agresividad asintomática en el discurso y con una fama inducida por su propio equipo electoral de moderado y propicio al pacto, valores muy poco lucidos en unas primarias con una militancia ansiosa de cambio.

 

La renovación regenerativa necesaria en Andalucía después del fracaso Susana, era  necesaria y urgente, sin que el sanchismo andaluz de primera hora, Ferraz o Moncloa, tuvieran, por lo visto, la llave estratégica y orgánica de esa necesidad y esa urgencia, mientras Susana Díaz, como Felipe II, se aplicaba la máxima: “el tiempo y yo contra otros dos.” En realidad asistimos al enfrentamiento de dos aparatos en conflicto, el federal y los restos de la red clientelar susanista. Un nuevo aggiornamento oligárquico mediante la moderación de Espadas y el arrepentimiento de Díaz para que nada ocurra y por otro lado, las plataformas de base apoyando a Hierro, un nuevo socialismo transformador para Andalucía, España y la UE. Es un momento trascendente que no admite frivolidad ni desatención.