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Mal presagio sanchista

Estamos como estábamos a principios de año: o Sánchez, o Feijóo o todo lo contrario.

En el umbral del octavo mes de un año de ante-campañas, precampañas, campañas y elecciones, todavía la gobernanza nacional está en el aire. España, qué país. Cada vez parece más claro que quienes inventaron la democracia representativa ―la orgánica es otra cosa―, no pensaron en que alguna vez trataría de aplicarse en España. Y así nos va la cosa. Y esa cosa es ―valga la redundancia―, la cosa de la gobernanza en democracia.

El 23-J, cuando todos ―menos Tezanos―, augurábamos una incontestable derrota de Sánchez, la cosa se truncó. Ahora resulta que, descartada la gran coalición o el arreglo entre derechas e izquierdas ―imposible mientras Sánchez permanezca en la ecuación―, estamos como estábamos a principios de año: o Sánchez, o Feijóo o todo lo contrario.

En pura “teoría de las hipótesis”, la más probable sería que nos castigásemos con una nueva investidura de Sánchez, con el concurso de todos los que ya sabemos (neocomunistas, filoetarras, separatistas, etcétera); sería, previsiblemente, una legislatura tan inestable como nebulosa y corta. La hipótesis más peligrosa sería la de nuevas elecciones precedida por una ruptura interna de las siempre cainitas derechas, lo que significaría una legislatura de cuatro años con Sánchez en la Moncloa. ¿Y después qué? Pues el infinito, que diría Zapatero.