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Obligados tributarios, no ciudadanos

Muchos chascos para 136 asientos en el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo.

 

Chasco político, chasco de los conductores de espacios radiofónicos y televisivos, chasco de periodistas y dueños de prensa escrita y visual, chasco de los gurús demoscópicos, chasco de ministrables, chasco de Aznar, chasco de MAR, muchos chascos para 136 asientos en el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo.

La clase política que vive de la política en la miles de dependencias administrativas del aparente poder español más las clases financieras, económicas y empresariales que tienen el poder económico y la libertad de ejercerlo por ellos mismos o por políticos profesionales por medio, tienen el concepto, la convicción y la experiencia de que las personas españolas que integramos el país, como Estado arrejuntado y con tendencias disruptivas, somos exclusivamente “obligados tributarios” para, con la absorción de nuestras rentas por mil vías directas, indirectas y ocultas, mantenerse ellos y ellas de muy variadas maneras.

Ocurre que cada cuatro años, salvó error o adición, los obligados tributarios, se convierten en ciudadanos electores que puede retrotraer a los candidatos a lugares tenebrosos donde no se vive de la olla grande y no se puede disparar con pólvora del rey ni siquiera en caso de las salvas de ordenanza. No es que les quiten el poder, pues es evidente que él verdad lo tienen quienes nunca se presentan a las elecciones, pero un cierto podercillo si cambia de manos.

Durante largos meses altos y medios funcionarios por oposición,  banqueros, algunos miembros de altos tribunales de la ciega justicia, financieros, grupos empresariales de comunicación, industriales de diversa tipología y procedencia, narcotraficantes con abogados de renombre y fama de conseguir la libertad provisional como Barrabás el de Pilatos con rebajita del sí es sí , han dedicado sus esfuerzos y dinero a pagar tertulianos, escribidores, señoras con cara de pantalla de once de la mañana, locutores con sentimientos de Barbarroja con alfanje en una mano y los santos evangelios en el recibo del cobro en euros de vellón, a convencer a los obligados tributarios a que emitieran su voto para llevar en andas y masivamente, como en la Plaza de Oriente a don Francisco viviente, a otro gallego inocente que apareció en Madrid tras conseguir que Casado asfixiado por Ayuso, bendecido en su tumba por Gamarra y por Maroto, por Aznar y un tal Gonzalez, que es Pons, se arrojara por la borda a recoger el coral, de la mar.

Todo estaba decidido, los balcones encendidos, Ayuso de rojo electro vestida, Bendodo moreno recién llegado de su feudo marbellí y el tal Pons exultante tras lograr lo conseguido de Bruselas a Alfauir. E o galego de marras encantado de botar por tanto voto entregado por los millones de obligados tributarios abrumados por seis encuestas diarias que con Santiago Abascal sobre rucio caminante, sosteniéndole la adarga, ibanle a adorar al llegar a La Moncloa con perfumes, con joyas de pedrería y con humo de marihuana ardiente, embargada por un juez. De Villagarcia de Arousa que es lugar de mucha prez.

Mas héteme aquí que 10.774.976 de españoles (sin contar indepes de Cataluña  y vascos varios, amigos de francostin)  que pasaron de obligados tributarios a ciudadanos del común votaron que no al gallego y la noche    “escangayouse de todo” y el gallego, pinturero, ….. el gallego no botó.