The news is by your side.

Piratas

Cataluña se ha convertido en la Jamaica del Siglo XXI. 

 

En estos días se conmemora el quinto aniversario de la gran gesta de dos grandes marinos, uno portugués y otro español,   Magallanes y  El Cano, que abrió nuevas rutas  a las transacciones comerciales vía marítima, y dio origen a la creación de la gran flota de indias. Estos grandes marinos y grandes emprendedores tenían un objetivo y una idea que pusieron en manos del  monarca hispano para que la subvencionase y contribuir, de paso, a engordar las trémulas arcas imperiales.

 

Tras las bulas Alejandrinas del siglo XV el mundo quedó dividido entre las potencias navales de la época: España y Portugal. Las posibilidades de comercio que se abrieron tras el descubrimiento de América y las oportunidades de negocio a nivel mundial se vieron encorsetadas por las decisiones papales que marginaron a unos estados en beneficio de otros. Esto, sin embargo, no supuso que estos estados marginados se conformasen con estas arbitrarias decisiones y optaron por incorporarse al lucrativo negocio de diferentes formas. Aparece entonces la figura del Corsario, es decir, un pirata que contaba con patente de corso al estar avalado y financiado por un reino o un estado. Era, por tanto, el corsarismo una forma encubierta y legal de hacer la guerra a las potencias dominantes. Tras la paz de Westafila muchos de estos corsarios se quedaron sin patente y se convirtieron en piratas. Mientras que el corsario luchaba para un estado, el pirata lo hacía por libre, con el único objetivo de enriquecerse, siendo ambos simples bandidos.

 

Salvando las distancias y hablando en términos de bandidos me viene a la memoria que, con el  final de la dictadura franquista y el inicio de la  llamada era democrática en España, los caciques de los territorios históricos, forales, cantonales, de los principados, condados y villas señoriales que controlaban y dominaban el panorama social y económico de la sociedad que dejo atada y bien atada el ilustre fantasma, se pusieron manos a la obra para, con un simple cambio de collar dejar a los mismos perros al cuidado de sus fastuosas propiedades, dando una apariencia de renovación democrática. La mal llamada transición sólo supuso un cambio nominal que no efectivo de las estructuras del poder en este sufrido país.

 

Dentro de este nutrido grupo de caciques que habían alcanzado una relevante posición social y económica lamiendo el culo al dictador y sus secuaces,  aparecen los ideólogos del nacionalismo catalán. No estaban conformes con el reparto de las vísceras de este desangrado país de países y anhelaban los privilegios que  otros caciques norteños habían alcanzado  en forma de cupo vasco. Querían más y desde el primer minuto se pusieron en marcha para tejer un entramado social, cultural, ideológico y económico que los condujese a su ansiada toma del poder, poder  independiente de la rémora que, según ellos, les suponía  el resto del país.

 

A diferencia de los vascos que recurrieron al bandidaje salvaje en forma de grupo terrorista para alcanzar sus espurios fines, los caciques catalanes optaron por la creación de patentes de corso. Estos  corsarios avalados y auspiciados por la burguesía catalana, durante años,  han dinamitado las instituciones españolas desde dentro. Con la patente de corso que les daba su habilitación como diputados nacionales, han torpedeado y están a punto de  hundir la frágil nave de la democracia española.

 

No solo la burguesía catalana optó por el corso para medrar en el mercado y lucrarse haciendo la guerra de modo subrepticio sino que, muchos de estos corsarios, al verse desamparados por las instancias burguesas se reconvirtieron en piratas y ahí englobamos a los Pujol, los puigdemont y su compañía de bandidos prófugos de la justicia.

 

Es posible que estos nuevos piratas acaben como aquellos que el siglo XVI se establecieron de modo permanente el Caribe, pasando a llamarse bucaneros ya que se ganaban la vida desollando ganado y ahumando la carne para venderla a las famélicas tripulaciones de los navíos imperiales.

 

Estos nuevos bucaneros afincados  en Flandes acabaran convirtiéndose en  filibusteros, esto es, bucaneros vueltos a la piratería, pues se tendrán que ganar la vida de algún modo y los caciques burgueses los pondrán  fuera de la ley y de su protección, una vez dejen de serles de utilidad.

 

Enfrentarse al corso y a la piratería no es tarea fácil. Ni la horca ni los indultos dieron el resultado esperado en su momento y no lo darán ahora. El corsarismo y la piratería son el resultado de unas políticas de reparto del poder económico injustas  y no la consecuencia. Los bandidos campan a sus anchas, unos con patente como los rufian, los iglesias, la colau y el torra; otros como piratas, bucaneros y filibusteros, los Sánchez, Errejones, Riveras y Casados,  bandidos de distinto pelaje, pero bandidos al fin y al cabo.

 

Cataluña se ha convertido en la Jamaica del Siglo XXI.  Los ideólogos del independentismo han querido  convertir Barcelona es el nuevo Port Royal, la ciudad de los piratas, refugio de bandidos donde la única ley es desobediencia a cualquier tipo de ley.

Y para combatir esta insurgencia, el cariacontecido presidente del Gobierno en funciones  tiene puesto al mando de las fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado al acomplejado Sr. Grande Marlaska como ministro del interior, en funciones. Ni que decir tiene que este personaje salido de los polvorientos estantes de la Audiencia Nacional no está a la altura de los Álvaro de Bazán o Blas de lezo, pero es lo que tenemos, demasiada pluma para tanto velamen.

 

Los empresarios buitres que anidan en Cataluña, y no son necesariamente catalanes, han visto el filón de la desconexión como fuese para su  enriquecimiento. Para ello llevan años adoctrinando a sus tropas, chavales adolescentes en pleno fervor justiciero que salen a la calle al grito de no se sabe qué. Los buitres relamidos y caimanes de colmillo bífido acantonados en Madrid, y no necesariamente madrileños, sueñan con seguir mangoneando los destinos y las haciendas  de todos los habitantes de este país. ¿Su objetivo? No nos cabe ninguna duda: enriquecerse. Y todo a costa de regiones deprimidas y abusadas, esquilmados  sus recursos y adamada su población por la vía de la subvención. Terroristas vascos, piratas sin escrúpulos, corsarios catalanes, filibusteros de mala ralea. Estos son nuestros enemigos con sus políticas segregacionistas y xenófobas. Esos son sus recursos, jóvenes en la pubertad dando su vitalidad y su arrojo en pos de quimeras que solo esconden viles  y sucios negocios. Pero, ¿cuáles son nuestros recursos?, ¿nuestras posibilidades de mejora? No basta con enfrentar a funcionarios contra manifestantes. No basta con estúpidas promesas de diálogos  bizantinos. No basta con sugerir o inducir decisiones judiciales, ni prometer indultos o más diálogos. No. Como en cualquier divorcio, las cuentas claras. Si vascos y catalanes, cuyos coletos son insaciables optan, han optado por marcharse con la música a otra parte, agradecimientos al máximo. Aplaudiremos su marcha triunfal al otro lado del puente. Fin de de la relación. Pero eso sí, devuélveme las llaves de la moto y quédate con todo lo demás.

Castellanos, andaluces, gallegos, aragoneses, canarios, extremeños, valencianos, murcianos, una vez conquistamos el mundo y podemos volver a hacerlo. Basta de suplicas y paños calientes. Basta de subvenciones para que vascos y catalanes puedan vendernos sus miserias. No es hora de llorar para que se queden, es hora de dar el portazo  y a otra cosa. Las cuentas claras, pero se acabó la cohabitación y la sumisión.

Victoria o muerte. Hasta la victoria