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Sánchez en el cosmos terrorista

Con su postura ecléctica en el escenario del crimen, Sánchez ha provocado un serio conflicto diplomático entre España e Israel.

 

Sánchez negoció el apoyo a su investidura con convictos terroristas y sus herederos concentrados en Bildu. Precisamente con quienes, antes del 23-J, afirmaba que “nunca” negociaría. Igualmente, por siete votos, se vendió al fugado Puigdemont, quien está encausado en Tsunami Democràtic. Causa que, hace seis días, el juez de la Audiencia Nacional, García-Castellón, tras la correspondiente instrucción, elevaba al Tribunal Supremo para que éste abriera diligencias como imputado al aforado Puigdemont, junto con 10 personas más, por delitos de terrorismo. Pero, en un indecente pacto de Sánchez con el presunto terrorista Puigdemont, se contempla una amnistía que, en palabras del propio Sánchez antes del 23-J, no era factible por anticonstitucional. Amnistía que, como proposición de ley, ya se está tramitando velozmente  en el congreso de los diputados, y que, a su entrada en vigor, haría decaer las causas por terrorismo  sobre las que no hubiera todavía recaído sentencia firme (Puigdemont). Un panorama doméstico particularmente preocupante que apunta hacia una especie de simbiosis mutualista de Sánchez con el terrorismo.

En hilo paralelo, Sánchez, con ocasión de su reciente viaje por Oriente Próximo, ha exhibido una sorprendente sintonía con Hamás, organización terrorista que, el pasado 7 de octubre, masacró en Israel a 1.200  civiles y secuestró a más de 240. Acción criminal que ―pausas operativas aparte―, está siendo lógica y legítimamente respondida por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), que tratan de destruir a Hamás, banda que cobardemente utiliza a civiles como escudos humanos, favoreciendo así la producción de bajas colaterales de civiles en los enfrentamientos. Con su postura ecléctica en el escenario del crimen, Sánchez ha provocado un serio conflicto diplomático entre España e Israel. Colisión que el incompetente y engolado ministro de exteriores, Albares, se ha encargado de profundizar. Quizás, lo más maligno del caso no sea el gran error político de Sánchez que, probablemente, conduzca, por un lado, a la congelación  de las relaciones entre España e Israel y, por el otro, a un indeseable desgaste de las relaciones de España con aquellos países árabes que identifican en Hamás a uno de sus más peligrosos demonios. No, lo más perverso del caso ha sido la declaración pública de Hamás, el pasado sábado, alabando “la postura clara y audaz” de Sánchez en relación con el conflicto. Declaración que parece refrendar una vil concordia entre Sánchez y Hamás.

Todo ese escenario en su conjunto indicaría una potencial y perversa relación del presidente con el cosmos terrorista, que señalaría al inquilino de la Moncloa como personificación protectora del terrorismo, tanto doméstico como internacional. Me temo que, si no se le paran los pies, este ilegítimo presidente nos llevará a la catástrofe.