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Segundo año de guerra en Ucrania: ¿Jugar a los chinos?

Previsiblemente, la campaña de 2023 desbordará ampliamente la de 2022. La reciente suspensión rusa en START III hace al planeta más inseguro.

 

Son muchas las claves que han dibujado el contorno del conflicto en Ucrania durante el primer año de guerra. La más persistente y determinante ha sido, quizás, el pertinaz desequilibrio entre el nivel de ambición del Kremlin y las capacidades reales de sus tropas y milicias. Tal falta de correspondencia entre objetivos y medios, junto a una inteligencia norteamericana al servicio de las operaciones ucranianas determinaron que la “operación militar especial” rusa, supuestamente rápida, deviniera en una devastadora guerra de desgaste por todas partes.

Ya embarcados en el segundo año de guerra en Ucrania no se vislumbra un final inmediato del conflicto. Por el contrario, el teatro de operaciones se está revitalizando, bien que, como si de un globo se tratara, las hostilidades están, por ahora, entre unos límites “asumibles”. Pero el globo va inflándose al compás de la incesante llegada, por ambos bandos, de nuevos efectivos, armamentos, municiones y pertrechos para la vida y combate de las respectivas tropas. Ese globo, de seguir engordando, alcanzará el punto de su estallido descontrolado, cuyos efectos nos alcanzarían a todos.

Previsiblemente, la campaña de 2023 desbordará ampliamente la de 2022. Para empezar, la reciente suspensión de la participación rusa en el tratado START III (de reducción de armas nucleares), hace al planeta más inseguro. A eso se añaden los efectos (respaldo a Ucrania, estímulo a los aliados y apercibimiento a Moscú) inherentes a la reciente visita del presidente norteamericano, Biden, a Kiev. Todo ello, junto con la inopinada gira, de finales de enero, del secretario general de la OTAN, Stoltenberg, a Seúl y  Tokio han modificado el tablero geopolítico anterior, cuyos puntales descansaban sobre Rusia, EE UU/OTAN, UE y Ucrania, introduciendo en esa ecuación, de sopetón, a China cuyo enorme significado geopolítico producirá un espectacular y potencialmente peligroso salto globalizador de consecuencias impredecibles.

Napoleón advertía que “China es un gigante dormido. Déjalo dormir, porque cuando despierte, moverá el mundo”. Y, me temo, que China parece estar desperezándose por la guerra de Ucrania. Algo que parece confirmar la reciente visita a Moscú de Wang Yi (principal asesor de política exterior de PC chino). Nada sorprendería que, a no tardar, el líder chino, Xi Jinping, se descolgase por Moscú o, a la inversa, que Putin apareciera por Pekín. Y, entonces, ¿jugaremos todos a los chinos?