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Tertulianos de mis desvelos

Es verdad que a Podemos costó mucho o no supieron digerir bien el éxito de los primeros tiempos. Ni el éxito, ni tampoco las furibundas campañas mediáticas.

Años llevo oyendo vuestros dislates en las tertulias.

Años avergonzándome con los titulares de los periódicos donde trabajáis.

Años viéndoos recurrir a lugares comunes para desacreditar todo lo que sonara a Unidas Podemos. Sé que muchos estáis estos días brindando con cava, que no podéis disimular la alegría por todo lo que está pasando en Andalucía desde la medianoche del viernes pasado. 

Años llevo viendo a vuestros directores desbarrar, regando los kioscos de portadas infectas y vergonzosas. Aquellos nuevos y jóvenes políticos hablaban con solvencia y decían verdades como puños pero daba igual, leña al mono. Las vacas sagradas de la radio y la tele los desacreditaban, los insultaban, no se escatimaron fondos para escudriñar la trayectoria vital de cada uno de los cabecillas de la formación morada desde el mismo día en que nacieron.
Los persiguieron fiscalmente, les atribuyeron financiaciones extranjeras, los acosaron, les hicieron bullying porque habían acertado, los imputaban en los juzgados por cualquier tontería, habían puesto el dedo en la llaga y dejaron al descubierto las costuras del sistema. Cuestionaron asuntos hasta entonces innombrables y a personajes intocables. Pero ¡qué insolencia!, pensasteis y escribisteis desde los primeros días, pero ¿cómo se atreven? En las ruedas de prensa exhibíais una agresividad que nunca os atrevisteis a usar con miembros de los partidos de toda la vida, las entrevistas no eran entrevistas sino interrogatorios. Las asociaciones de la prensa pusieron su granito de arena para contribuir al asedio.

 

Es verdad que a ellos les costó mucho, o sencillamente no supieron, digerir bien el éxito de los primeros tiempos. Ni el éxito, ni tampoco las furibundas campañas mediáticas. Empezaron a generalizar a la hora de contraatacar a la prensa y ahí se equivocaron. Nunca debieron entrar a según qué trapos, pero entraron. Lo que hacían con ellos a diario no tenía nombre pero cayeron en la trampa de entrar en el cuerpo a cuerpo no solo con primeros espadas mediáticos, sino también con redactores de a pie que intentaban hacer su trabajo lo mejor posible cuando les tocaba cubrir sus ruedas de prensa, y a quienes sus jefes les titulaban luego los artículos de la manera más agresiva posible.

 

Pensaron los morados que podrían con todo y ese punto de vanidad puede que tenga que ver con lo que está ocurriendo ahora, porque si al principio el objetivo de quienes no toleraban su presencia en las instituciones era evitar que sacaran la cabeza demasiado, si no consiguieron evitar la formación del Gobierno de coalición… desde entonces pocos disimulan las ganas que tienen de hacerlos desaparecer. Ni la disimulan los medios, ni tampoco los políticos, Psoe incluido.

 

Y, mire usted por dónde, por una extraña conjunción astral que a mi me tiene boquiabierto y desconcertado desde el pasado fin de semana, en Andalucía se lo están poniendo en bandeja, todos ellos frotándose las manos ya, cuarenta días antes de “Día D”, sin acabar de creerse el regalo que les está cayendo del cielo.