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Carta abierta al nuevo Delegado del Gobierno en Andalucía

"Se ha retrotraído en el túnel del tiempo, pasando olímpicamente del abundante caladero de futuro, hoy huérfano aunque brillante, de la izquierda malacitana."

Señor don Alfonso Rodríguez Gómez de Celis:

 

Aunque me alegré enormemente de su nominación, no era plan de comunicárselo personalmente para no generar suspicacia alguna, ni tampoco explicitarla públicamente para evitar cualquier insidia colateral contra usted que pudiera venir de San Telmo. Entendí, a la luz de la potente composición del nuevo gobierno del presidente Sánchez, que iba a ser la regla común de aplicación en los nombramientos de la nueva página histórica que se había abierto en España.

Ahora lo hago, sí, pero no para felicitarle con retraso, sino para todo lo contrario. Para reprocharle sus primeros, más que pasos, piziazos. Es decir: para echarle en cara que haya usted roto esa dinámica de frescura renovadora, marcada de liderazgo social y de excelencia política por ciertos nombramientos que ha efectuado para las subdelegaciones provinciales.

Como lo que conozco bien es Málaga- y me puede faltar espacio para referirme exclusivamente a ella- me ahorro examinar las causas que motivan sus nombramientos de subs ante otros malestares existentes allende la tierra picassiana, que, haberlos, me constan que haylos. Demasiados CV vinculados a la Junta, que tiene pendiente una renovación profunda tras arribar al agotamiento político pleno.

 

Empezaré diciéndole, para que me entienda, que las oportunidades que se abren en la vida y en la política no están para que sean desaprovechadas. Y ni mucho menos despilfarradas.

 

En Andalucía, como bien conoce, durante años se ha ido configurando un partido socialista institucionalizado, oficialmente instalado en la subcultura del demérito, en la incapacidad y en la no exigencia de responsabilidad política alguna ante sonoros fracasos, que ha llevado a que, para mantener el poder, fuera necesario disponer de una extensa y prolija red clientelar. Únese mucha mediocridad política y un rosario de encefalogramas planos entre su dirigencia para que en un mundo de deslumbrados se imponga la farera. Y todo frente a una oposición entre carpetovetónica, oportunista o que envejece al nacer.

Hay un amplio campo, por tanto, para que con la lección aprendida de sus muchos años que lleva en la oposición a Susana Díaz -aunque fuera dentro de su sistema- hubiera sido fácil acertar para no repetir vicios conocidos. Como hacer lo que Pedro Sánchez ha realizado en la Moncloa: abriendo ventanas y evitando caer en los pecados que lleva acumulando el PSOE de Andalucía, cada vez más unipersonal, institucionalizado y carente de liderazgos societarios para este siglo XXI.

Su cargo de Delegado del Gobierno en Andalucía es institucional y por tanto favorecía, por: deberse situar al margen de las corrientes orgánicas e institucionales partidarias, gozar de la confianza que le ha sido depositada por Pedro Sánchez, unido al no condicionamiento por instrucción alguna procedente de la lideresa de la autonomía andaluza, que todas las piezas de sus nombramientos provinciales hubieran encajados en el puzzle de un nuevo tiempo, y hoy recibibiría el aplauso unánime de una ciudadanía harta de más de lo mismo y la vida sigue igual. El fin del ejercicio de la política es servicio a la comunidad por los mejores que son identificados como propios por la ciudadanía, al margen de que estén o no dentro de un partido para o no medrar, que no significa que tengan que situarse fuera de programas e ideologías sino acordes e identificados e ilusionados con la actual alternancia gobernante. Así además hubiera hecho futuro al andar.

 

Pero no, ha echado la vista atrás hacia la senda que nunca debió pisar. Se ha retrotraído en el túnel del tiempo, pasando olímpicamente del abundante caladero de futuro, hoy huérfano aunque brillante, de la izquierda malacitana.

 

Lo que ha hecho es tirar el copo hacía la árida tierra de Atila, carente de  caminos sobre la mar, que ha llevado a que, en nuestra era democrática, el socialismo malagueño, de ser la primera circunscripción electoral en voto a nivel nacional, llegue a estar actualmente la última de Andalucía, tras Almería.  O sea, ha redundado en la misma praxis desgastada que conduce a la irrelevancia a su formación política.

No creo, porque me consta, que sus padrinos, de Ferraz o de la Moncloa, se hallen orgullosos de su primera proeza, pero lo peor es cómo tiene de irritada a la militancia socialista, de base sobre todo, que con tanta ilusión ha contribuido a pulso al renacimiento de un PSOE que parece hoy limpio de polvo y paja de los lastres de un reciente pasado, tan alejado de ese ayer tortuoso y golpista, que ha sabido catapultar a Pedro Sánchez a que comenzara a liquidar la amarga y corrupta herencia que nos ha dejado el sobreseado registrador de Santa Pola y de tantas cajas en B, el de «las cosas», para pretender la transformación social y en igualdad de nuestra estancada, bloqueada y maltratada sociedad.

Esa indignación de la militancia no se debe a que quisieran ser ellos precisamente los elegidos para cubrir puestos gubernamentales, sino porque tan solo ansiaban que acertara.

Hoy todo son lágrimas de impotencia por más de lo mismo ante la decisión tomada por quién consideraban que formaba parte de los suyos, de esa misma generosidad que con preparación y acierto renovase profundamente y no reprodujese lo que viene siendo, desde hace años, el cutre bucle del pan nuestro de cada día en Málaga.

Ah, no se me olvidaba. Me refiero sobre todo en lo expuesto, a su nombramiento como subdelegada del ‘gobierno Sánchez’ en la provincia de Málaga a la señora Gámez, justo cuando va a hacer el próximo mes de agosto dos años desde que por, naufragada en política y a la vista de que no la nombraron consejera de la Junta tras haber perdido nuevamente las elecciones municipales, se vio obligada a abandonar el barco de la actividad política, dejando tirado al sector disciplinado del electorado socialista que la había votado y a su propio grupo de ediles, además hecho pedazos. La misma señora Gámez que en la legislatura municipal anterior, tras su primer  chasco en las urnas, depuró a ediles (Pezzi, Cerezo, Guerrero, antes Fuentes) que por su excelencia creía que le hacían competencia. La misma que antes se opuso a la celebración de primarias, y que, insisto, hace dos años que no pinta nada, abandonando todo tipo de lucha, de vida pública y de presencia en las Redes, para volver a reactivar su cuenta y aparecer de nuevo el día de su nombramiento, eso que tanto asquea  como práctica insultiva de los añejos políticos, volviendo a lanzar tuits, eso sí, bloqueando a quienes no comulgan con ruedas de molinos y le preguntaban con ironía dónde había estado escondida y si ya había descansado y repuesto.

 

No creo que este nombramiento sea un ejemplo muy propio de la nueva era Sánchez, ni de la ética política que debe imperar a partir de ahora, donde hay que serlo y además parecerlo.

 

Por eso siento decirle,  señor De Celis, que no puedo felicitarlo. Representa este nombramiento tal continuismo que ha recordado en Málaga el que se produjo como consejero de la Junta de quién estando en acto de servicio como Autoridad, abandonó, no el barco atracado en el dique de levante sino el Puerto de Málaga, tirándose por una ventana para no volver más, al argüir sentirse híper tenso por un hernia sindical, para aterrizar pocos meses después en el equipo de gobierno de Susana Díaz donde usted de Puertos debía saber. Así de groucho-marxiano ha resultado el incomprensible nombramiento de la señora Gámez. Un todo es posible y repetible en el PSOE de Málaga, sea por el susanismo o por el presunto sanchismo.

Le dejo con el artículo que aquí escribí sobre la espantada munícipe producida por la señora Gámez en el tórrido agosto del 2016, así como los antecedentes, de su fracaso en fracaso hasta la derrota final, que propiciaron sumir al PSOE de Málaga en su CRISIS QUE NO CESA:

La crisis que no cesa en el PSOE de Málaga

 

Con la reprimenda debida cuando lo merezca, y viceversa, seguiré, erre que erre, en este medio cuando lo estime oportuno y me lo permita su paciente director. Cumplidos saludos.