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El JEMAD ha hablado

“Hay unidades que no pueden desplegar porque se han quedado tan obsoletas que no se pueden utilizar”.

El 16 de octubre, en el post “DEL LAMENTABLE ESTADO DE LA DEFENSA NACIONAL”, apoyándome sobre la última ocurrencia de Defensa respecto a intentar enviar a Ucrania 4 lanzadores Hawk, analizaba el pobre nivel armamentístico de nuestras Fuerzas Armadas (FAS). Un tema recurrente en esta página desde su activación en octubre de 2011. Un asunto sobre el que también han incidido, en sus declaraciones públicas, los dos últimos Jefes de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD, s): el general de ejército Fernando Alejandre y el actual, almirante general Teodoro López Calderón (no menciono a otro, intermedio entre los anteriores, que fue tan fugaz como un cometa ―cosas del aire y el espacio (mal digeridas)―, víctima de su personal y extemporánea forma de luchar contra el COVID).

Don Fernando, siempre solvente y corajudo fue ese JEMAD que, sin tapujos, informó a los diputados sobre el lamentable estado de las FAS llegando, incluso, a reconocer que, por falta de recursos económicos, había que “canibalizar” unos equipos para poder operar con otros. Fue esa, quizás, la mayor de las razones de su cese, en enero de 2020, por uno de los primeros reales decretos que la ministra de defensa, Margarita Robles, llevó a consejo de ministros tras la constitución del actual gobierno. El general Alejandre, en realidad, fue un noble y brillante adelantado. 

Don Teodoro ―oficial y caballero―, ha comparecido, el pasado jueves, ante la Comisión de Defensa del Congreso de los Diputados para defender, en la parte militar y operativa, el proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado para el año próximo (PGE-2023). La suya ha sido una intervención valiente, demoledora y muy aclaratoria sobre el estado de la defensa nacional. Reconozco que en su exposición sobre la situación de nuestra defensa nacional ha rebajado incluso el nivel de “lamentable”, con el que yo la calificaba en el post anteriormente mencionado. Bien que haya visto facilitadas sus tesis por la actual guerra en Ucrania, con la que Putin ha desmontado la estúpida creencia de que las guerras en Europa eran cosas del pasado.  

El almirante general, el militar español más antiguo, tras S.M. El Rey, ha defendido el incremento presupuestario en Defensa con una frase arrasadora: “hay unidades que no pueden desplegar porque se han quedado tan obsoletas que no se pueden utilizar”. Señalando, asimismo, entre otras graves carencias, la de unidades para “el combate de alta intensidad”. Poniendo el dedo, entre otras, sobre dos sangrantes llagas: el déficit de personal especializado en el esencial campo cibernético y la escasez de municiones, que es común a los dos Ejércitos y la Armada. Todo ello, y aún mucho más, sin olvidar la incapacidad de la industria de defensa, especialmente la española, de producir equipamientos al ritmo que se consumen en un conflicto. En síntesis, a pesar de la enorme valía de nuestros soldados y marineros, ni tenemos disuasión creíble ni estamos suficientemente protegidos.  Es lo que hay.