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Un vistazo a Ciudadanos en Andalucia

Chaves, como Susana, evitan el periodismo andaluz a la hora de dar sus primeras explicaciones tras la Sentencia de los Eres.

 

Conozco a muchos exmilitantes de Ciudadanos en Andalucía. De hecho, pese a los pocos años de vida de la formación, posiblemente sea el partido que más exafiliados tiene repartidos por toda la geografía andaluza y española. Casi todos cabreados,  todos desencantados.

A los primeros que conocí fue a los concejales de Jaén, los primeros en contar que el partido hacia caja en Madrid para la financiación de Cs con las asignaciones a los grupos municipales o de diputaciones. Años después estallaría el escándalo en toda la organización.

El perfil del militante del partido naranja, aparte de los rebotados o cabreados que les llegaron en aluvión desde otras formaciones, fue siempre el de un profesional liberal, amante del progreso, demócrata convencido, sin experiencia en la vida interna de partidos ni siquiera en la política. Gente que llegaba al escenario fresca y limpia, hartos la mayoría de un sistema democrático secuestrado por la partitocracia y por la corrupción generada y amparada por los partidos.

Pero lo que no sabían esos militantes de Cs cuando dieron el paso para apoyar a una nueva formación que prometía regeneración democrática, es que se metían en la misma boca del lobo que el resto de ciudadanos y ciudadanas, los militantes de los tradicionales partidos que tanto criticaban nada más cruzar el Ebro y españolizar lo que empezó llamándose ‘Ciutadans’. Esto es, en un partido que iba a funcionar con los mismos parámetros internos que el resto. Amparados en la figura del gran líder Albert Rivera, quienes le rodeaban a la hora de expandir el partido por toda España, optaron por grises liderazgos territoriales, sumisos a un mando que solo permitía la democracia en sus cónclaves nacionales de Madrid o Barcelona. Pondríamos en aprietos a cualquier politólogo al que le preguntásemos solo tres nombres más, aparte del de Juan Marín, como referentes políticos en Andalucía de la opción liberal, tal y como ahora se define Cs.

Por citar esos tres nombres más de la actual nomenclatura de Cs en Andalucía se podría colocar el de Marta Bosquet, segunda autoridad de la región, a la que la carambola del pacto con Vox y su cercanía a Marín situaron en la presidencia del Parlamento, donde está demostrando gran incapacidad para sacar a la institución de los carriles donde la dejó encallada el peor presidente (por muchas razones) que ha tenido el Parlamento de Andalucía, el socialista cordobés Juan Pablo Durán. Bosquet hace un trabajo aseado, de aliño, pero la imagen del parlamento andaluz sigue cayendo en picado, sobre todo tras el espectáculo reciente de las ‘comisiones electorales de investigación’ que algunos han comparado con el ambiente similar al de un pub tipo Don Angelo.

El Parlamento andaluz está tan desvirtuado que se ha logrado el más difícil todavía: que pleno tras pleno sea el gobierno el que fiscalice la gestión de la oposición, esto es al socialismo de estos 35 años. Para eso – dicen desde el PP- tienen los ‘cajones llenos’ con la herencia dejada por el PSOE en la Junta, recordó hace un par de meses la consejera Mª Carmen Crespo en una comisión.

Otro nombre sobresaliente del universo naranja es el de Luis Salvador, apalancado en la alcaldía de Granada, tras hacerle una grotesca pirula al PP por el sillón cuatrianual de alcalde, donde intenta gobernar una corporación con una debilidad política asombrosa ya que solo dispone de tres ediles más. Los granadinos se enfrentan a un periodo de desgobierno en la ciudad que nunca antes padecieron y todo a cuenta del encaje de bolillos que hicieron las tres derechas para pactar en Granada, ojo, pensando en sus intereses no en el de los granadinos.  Esta semana Sebastian Pérez (PP) llamó literalmente “soplapollas” al portavoz de Vox Onofre Miralles. Imaginen cómo tiene el patio el exsocialista alcalde de Ciudadanos Luis Salvador que un día quiso liderar el partido en la región y Barcelona optó por Juan Marín. 

Y quizás el tercer nombre que despunta sea el de un joven y prometedor parlamentario llamado Sergio Romero Jiménez, portavoz de Cs en la cámara autonómica. Romero es joven, tiene 40 años, comunica bien, está diplomado en Turismología por la Universidad de Sevilla y el otro día hizo verdaderos malabarismos para justificar y hablar de las consecuencias de la sentencia de los Eres al preguntarle a Moreno Bonilla, con el PSOE tragando quina y sin poder responder a las dos invectivas. Romero es, a  todas luces, el heredero político del conocido como Clan de la Manzanilla de donde es natural, grupo impulsor de Cs en Andalucía que ha ido perdiendo poder e influencia nacional en la formación, conforme han ido llegando los éxitos electorales y también los manoseos del partido desde Madrid. El aparato del líder Rivera hacía y deshacía a su antojo en todos los territorios y rincones de España, la mayoría de veces colocando en lugares con posible remuneración a amigas, amigotes y parientes.

Pero por si a Ciudadanos en Andalucía le faltaba algún perejil, el brazo ejecutor en Organización de Albert Rivera, Fran Hervías, se enamora en la Feria de Abril de Sevilla de una sevillana. Y algo que debiera ser contemplado como propio de la órbita privada, es el mismo Hervías el que la coloca en los carteles al aparecer su novia/esposa Virginia Millan Salmerón como candidata número uno de Cs por Sevilla al Congreso.  Se hizo famosa por este atranque de principiante en directo en Canal Sur Tv.

 

Virginia Millán Salmerón en Canal Sur Tv pidiendo el voto para Cs

 

Cuentan las crónicas, como ésta excelente de Isabel Morillo, que la Sra Millán se ha convertido en estos años en el verdadero poder fáctico del partido en Sevilla. Y eso sin entrar en la rumorología, en el boca a boca naranja, donde muchos creen que viven sometidos a vigilancia y control por la de red de confidentes de ‘la pareja’. Todos muy temidos, hasta ahora.

Situaciones parecidas se han dado en otras provincias, pero en Sevilla la Sra Millán ha predicado con el ejemplo al permitir que su hermano fuese colocado en Inturjoven, un chiringuito muy bien aprovechado por los socialistas en el pasado    allí empezó de gerente Antonio Pulido y mira – un modelo que ha adoptado sin complejos Ciudadanos que hace blanco donde antes decía que iba hacer negro.

Ciudadanos gobierna junto al PP la Junta de Andalucía con el apoyo parlamentario y las condiciones que les impone Vox. Gobiernan gracias a la derecha extrema y lo están haciendo casi con la misma naturalidad con la que durante tres años apoyaron en el Parlamento a Susana Díaz y al PSOE-A. La caída del líder supremo, la dimisión de Rivera, les ha colocado en una situación de debilidad evidente con la que no contaban. Moreno Bonilla es el primero que está demostrando lealtad con sus socios al no hacer uso de la fragilidad evidente que padecen, claro que él es el primer interesado en que su gobierno no se desestabilice.

Y junto a Rivera se han marchado los corresponsables de la derrota, y el ultimo en caer ha sido Fran Hervías, el todopoderoso Secretario de Organización de Cs, el hombre que posiblemente acumule más enemigos en el seno del partido naranja; “el gordo” tal y como le bautizaron los críticos en Sevilla a él y a su mujer  Virginia “la duquesa”. Si leen con detenimiento la crónica de Morillo comprenderán, dada la abundancia de evidencias y testimonios que aporta, la importancia  de la caída/dimisión de Hervías en el cortijo sevillano que se montó tras haberse enamorado de Virginia Millán. 

Uno de los muchos problemas que Ciudadanos ha tenido con el electorado ha sido su pérdida de credibilidad, dando la cara cuando la calle, la gente que confiaba en ellos, se ha dado cuenta de sus mentiras o medias verdades.

Aquí en Andalucia han repetido hasta la saciedad una gran mentira que han logrado colar como cierta para casi toda la opinión pública española. Lo han vuelto a hacer en estos días tras la sentencia de los Eres. Es cuando sacan pecho diciendo que gracias a ellos, Chaves y Griñán, se largaron obligados de la política. 

Pero no es verdad que Cs fuese el autor de la liquidación política y civil de los dos expresidentes. En realidad fue Susana Díaz la que los dejó caer, eso está escrito, contrastado y reconocido hasta en un libro de Manolo Pérez Alcazar que nadie ha discutido. Es inimaginable que si a Díaz y a su partido no les hubiese interesado que cayeran Griñan y Chaves, los hubieran tratado como lo hicieron, empujándoles a la calle, abandonados a su suerte. Susana los dejó caer, incapaz de entenderse con la izquierda a la que meses antes había engañado y ‘traicionado’ disolviendo la legislatura, siguiendo una estrategia que al cabo del tiempo se descubrió errónea, con pérdida de poder incluido. No obstante El PSOE-A debería hacer cuentas y balance de ganancias y pérdidas en esta larga jugada, una vez conocida la sentencia.

Jubilar de la política a Chaves y Griñán, una verdad a medias de Albert Rivera, ha sido el estandarte andaluz de Ciudadanos durante años.

La misma mentira, ahora ya al descubierto, de una decidida voluntad de entrar y limpiar en la Junta. Eso es lo que prometía Cs en campaña, pero tras haber ocupado la vicepresidencia de la Junta y varias consejerías, no se conoce ni una sola visita del Sr Marín a denunciar algo en la Fiscalía. Y ya han superado con creces los cien días protocolarios que se le da a un gobierno para que sepan manejar el ordenador. El ejecutivo lleva ejerciendo sus funciones desde hace diez meses y medio, a mes y medio de su primer aniversario el 18 de enero, fin de semana triunfal de la derecha en el gobierno andaluz.

El único guiño contra la corrupción lo tuvieron los de Cs al crear el llamado “comando anti fraude” en la Consejería de Empleo, la consejería madre de miles de chanchullos en el pasado. Solo semanas duraron los funcionarios elegidos en sus puestos de alertadores. Algo más duró la viceconsejera que los nombró, integrando con su marcha la extensa nomina de cambios y dimisiones que lleva ya este gobierno entre sus altos cargos.

Y gracias a Ciudadanos sigue de alcalde de Roquetas Gabriel Amat, el político más relevante de la derecha en Andalucía sometido a una macro investigación judicial a cuenta de su patrimonio personal y familiar en la denominada Trama Amat.

 

Chaves y Susana hablan primero para el periodismo capitalino

 

Lo escribí hace años, cuando se empezó a poner caliente la instrucción de los Eres, que Manuel Chaves era el gran responsable político de la catástrofe socialista de los Eres que ya se barruntaba. También dije que su dimisión tras el escándalo hubiese pinchado el globo político que el PP puso en manos de la juez Alaya. Nunca dimitió, nunca hizo ningún acto de contrición el presidente de los Eres, siempre defendió la legalidad y la pulcritud de su Administración. La sentencia le deja mal parado, le inhabilita y le quita los honores acumulados en su vida política. Esta es la única explicación que tiene el que en los comentarios y artículos post sentencia  se haga especial hincapie en la figura de Griñán y no en la de Chaves. El único condenado  junto a Viera que ha abierto la boca tras la sentencia ante los medios. Su comparencia en la Ser no dejó buen sabor de boca a la militancia por las rancias y manidas justificaciones con las que se defendió. La gente no es tonta. Chaves se sigue negando, incluso tras la sentencia, a reconocer que, efectivamente el PSOE como entidad no ha sido condenado, que la que ha resultado condenada por la Justicia ha sido su gestión política de miles de millones durante dos décadas de gobierno monocolor del PSOE. Y una curiosidad,  obsérvese la coincidencia en la forma de actuar entre Susana y Manolo Chaves en esta ocasión. Ambos esperaron su tiempo para hablar, ambos le negaron al periodismo andaluz levantar acta histórica de sus primeras declaraciones, mirando a los ojos a periodistas que les conocen bien, ambos se fueron a medios capitalinos amigos y poco beligerantes para realizar sus primeras declaraciones y ambos en esas sus primeras comparecencias pensaron más en sí mismos que en la muy tocada imagen del partido socialista.