El vencedor sube al campanario con la pava y, mientras todos esperan que la tire, se produce un indulto condicionado a que no vuelva a las andadas.

Los presos indultados repudiaron fulminantemente ―¡qué ingratos!―, la “generosidad” y el “espíritu de “concordia” predicados por el beato Sanchez.

El candidato socialista, en una semana, se ha quitado de encima los dos sambenitos que le colocó su adversaria en la campaña de primarias.

El caso Kitchen, un Watergate a la española que allí costó el cargo a un presidente y aquí será un caso más de condenas a policías. 

Cualquier cosa vale al nuevo evangelizador si le ayuda a prolongar su estancia en el púlpito monclovita.

Nada menos que Casado le ha dicho al presidente de la patronal asociada que no puede saber ni decir nada de indultos porque los indultos son suyos.

Su fino instinto político le falló, revelándose torpe y débil para atajar los escándalos por corrupción que continuamente la salpicaban.

Dignísimas personas para opinar y oponerse. Poquísimas personas para expresar el sentir de las 47.431.256 que habitan España.

Para ganarse la vida / Podría adjudicarle Espadas / Un puesto de calabazas / En el barrio de Triana.

Se acabaron los viejos vicios de dar abrazos y golpes en la espalda para, a continuación poner la mano.

Ni la foto del ABC con Juan Espadas comulgando de manos del Arzobispo Asenjo, le ha perjudicado en las primarias de un partido aconfesional y de izquierdas.

47 años han pasado, desde que entre los días 11 al 13 de octubre de 1974, se celebró el XIII Congreso bajo e lema ¡Por el socialismo! ¡Por la libertad!

Que un magistrado, Juan C. Campo, ministro de justicia esgrimiera que con tales indultos “se restañarían las heridas sociales en Cataluña” no es de recibo.

Ojo con Susana, Pedro. La dejaste viva y sabe latín. Que le pregunten  si no al cordobés Rafael Velasco, a quien ella sucedió como segunda de Griñán.

España es una democracia formal, pero de ínfima calidad en comparación con parámetros exigibles en otras democracias.