Y doña Irene, en vez de asumir políticamente su error, se ha revuelto contra los jueces acusándoles, de facto y en mogollón, de no cumplir con su deber.
Es todo tan perverso que recuerda lo de aquel alcalde que, para elevar rápidamente el nivel cultural de su pueblo, propugnaba fusilar a los analfabetos.
El PP “congeló” el pacto al comprender que Sánchez, simultáneamente, jugaba una segunda partida con los golpistas catalanes, para rebajar el delito de sedición.
Lo más tremendo es que esos vehículos (de la guerra de Corea, con modernizaciones), todavía están de dotación en algunos batallones del Ejército de Tierra.
De nada valen los señuelos para despistar al respetable de lo que parece incontrovertible: la inmersión lingüística forzosa apesta a fascismo en bruto.
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